Foto tomada de su Facebook Oficial
¿Qué se necesita para saber hacer brincar a la gente?, ¿energía?, ¿autoridad? Me parece que eso es entrar en un gran cliché que se hace aburrido.
Álvaro Díaz llegó desde Puerto Rico para presentar San Juan Grand Prix, un disco urbano que lo llegó a posicionar como una de las promesas —ya ni tanto— a seguir en su camino musical.
Presentarse en México, hace que un artista emane toda esa energía que en su propio país se reprime, y no por que no quiera, sino por que sabe que cada público es diferente. En su propia voz ha dicho que México es su segunda casa. El boricua se entregó de manera autónoma y singular, de manera propia y amable. Rindió tributo a aquello que se calla y se minimiza.
Al salir a este recinto, como era de esperarse, un público muy diferente al de los demás, y es que cada genero alberga la moda y estilo. Muchachos grandes, con ropa holgada, gorras con bordados cholos, chamarras más grandes que sus lentes. Las morritas que los acompañan: más chaparritas que ellos y con una euforia más carnal que cualquier hombre que este ahí.
Bueno, dejando eso; Álvaro Díaz salió al escenario cargado de energía acumulada, en un pants y una chamarra de mezclilla rosa; cómodo, austero y bohemio. Canciones como «Tortura China», «Mañana» hicieron que las manos en el aire se rompieran de tanta rima que salía de la voz extravagante de este rapero que se ha ganado el cariño y la entrega de su público mexicano.
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La noche fue avanzando y cada vez hacía más calor. Las chamarras grandes habían desaparecido. «Mantecada de coco» y otros grandes éxitos aparecieron en el listado de canciones que Álvaro eligió para presentarnos y que nos puso en la manos para devorarnos y dejar lleno el estómago, pues salimos más que satisfechos con toda esa droga que experimentó e improvisó en una noche oscura, fría.
La vida que haces en tu país es muy diferente a todos los lugares que llegas a pisar en tu gira, pues cada uno te da un poco de vida mísera y de amor propio. La carrera de Álvaro Díaz ha ido evolucionando como un ente oscuro, pero sin duda alguna, haciendo lo que ama y arriesgándose a salir de su zona de confort.