Fotos: Ale Servín
Devendra Banhart regresó una vez más a la CDMX y sí, vino a dar un concierto, qué chido. Tocó «Carmensita», también «Baby» para aquellos que iban por la storie de esas canciones, pero también vino a presentar su último disco, que hasta ahora ha sido uno de -ojo aquí, porque voy a hablar con la subjetividad que tanto le molesta a algunos- los mejores discos que ha hecho, porque es uno de los trabajos más personales y coherentes que le he escuchado.
Para el warm up estuvo Salvador y el Unicornio, con un Plaza medio vacío pero muy entusiasta; entre las canciones que tocó estuvo «Carolina», «Agua de Coco» y «Calma», en esta última Silver Rose se subió al escenario para acompañarlo, lamentablemente se notó la falta de ensayo y aunque no estuvo mal, pudo estar mejor.
Tras veinte minutos de espera, en punto de las 9pm, salió Devendra Banhart y sus músicos, su familia, sus hermanes. Siempre lo ha dicho y se nota arriba del escenario. Para este punto, el Plaza estaba casi lleno, se notaba porque cada vez estábamos más juntos y una que otra chamarra ya estaba anudada en la cintura de sus dueños.
En el escenario de fondo esta el arte de Ma, unas flores dibujadas por el mismo Banhart que sirvieron para abstraer todos los conceptos que yacen en este breve instructivo para vivir que el músico deja como legado. La noche inició con unas luces azules, frías, como el despertar espiritual, un poco cegador y brillante. «Is this nice, do you like it?».
Cabe mencionar que hace unos años pude ver por primera vez a Banhart en Guanajuato, durante un festival y fue decepcionante por dos razones, parecía que estaba ahí más a fuerza que de ganas y dos, hubo cero interacción con el público, por eso fue que verlo bailar en El Plaza todo quirky mientras tocaba «Fancy Man» fue la -mi- gran sorpresa de la noche.
Banhart es un ambivert, por un lado parecía abrumado por lo gritón y efusivo que es el público mexicano y por el otro en el escenario bailaba de un lado a otro y mostraba sus bonitos calcetines verdes que contrastaban con su traje y camisa blanca.
Durante un momento, el músico pidió silencio y que fuéramos conscientes de nuestro cuerpo y las millones de células que hacen magia dentro de nosotros, hizo mucho énfasis en el papel del colón en el cuerpo humano, ya saben una plática muy casual para charlar durante un concierto. Después de esa plática «Love Song», tendrá un significado más especial.
Aunque muchas canciones de Ma se hicieron presentes como «My Boyfriend’s in the band», «Kantori Ongaku» y «Taking a Page», para ser sinceros esperaba tener más presencia de este último disco, tiene joyas que en vivo seguro pondrían la piel chinita por ser tan importantes en este momento político y social como «Memorial» o «Abre las manos», sin embargo sonaron muchas peticiones del público y eso también se aprecia.
Entre las peticiones que se escucharon estuvieron, obviamente «Baby» y sorpresas como «Celebration», «Mi Negrita» y «Quedate Luna» -sin acento-. Fue bueno escuchar un breve panorama de su carrera con algunos guiños a sus discos anteriores – ha lanzado 10 hasta ahora, ¿pueden creerlo?, pensé que el tiempo no había pasado- como Mala con»Golden Girls» y «Für Hildegard von Bingen» y el entrañable Cripple Crow del que habría sido bueno recordar un poco más.
Y bueno la noche cerró con «Carmensita» a petición del público que se quedó con ganas de más y digo, si ya saben cómo somos de atascados para qué arman un set de hora y media. Muchos nos fuimos de ahí con el corazón insatisfecho, reflexiones sobre la salud del sistema digestivo y muy conscientes de nuestra respiración. Una buena noche mas no memorable, aunque esa playera pirata de «Las Devendra Banharts» que compré dice lo contrario.
