El teatro Ferrocarrilero fue la sede de una noche muy diferente a todos los conciertos, que a título personal, me ha tocado cubrir. Un poco antes de las 21 horas, comenzaba esta noche donde podías observar a «la bandera llamada rock», como forma vida, personas mayores entre 60 y podría decir hasta casi los 80 años, acompañados de sus hijos, nietos y por ahí uno hasta con su enfermera.
Cabellos blancos largos, con playeras con leyendas como Avandaro, Macho, Náhuatl, Woodstock, entre otras bandas representativas a esa época, donde la bandera de expresión era la paz y amor.
Para iniciar la noche, llegó una agrupación dirigida por una leyenda en México, el maestro Ricardo Ochoa productor, músico y perteneciente de la legendaria banda mexicana Peace and Love, al desintegrarse ésta, formó Náhuatl y así comenzar un largo camino como parte de Kenny y los Eléctricos, trabajando con Sombrero Verde (ahora MANÁ), Caifanes, Ritmo Peligroso y más.
Nos dios un corto recorrido por canciones y que fueron emblemáticas en el concierto de Avándaro como «Mariguana», «We got the power», «Tenemos el poder» y «Latin Feeling» . Antes de terminar un momento muy emotivo -sí lloré-, en la batería ver a Ramón «Bozzo» Ochoa , pararse con la ayuda de dos bastones, acercarse al micrófono y decir con lágrimas en los ojos: «Gracias a todos, esto es mi vida, y sin ustedes no hubiera sido posible», recibiendo un abrazo fraternal de su hijo también baterista Ricardo Ochoa, ¡uff! y apenas comenzaba la nostalgia.
Era el turno de aquellos que llevaron su música a Woodstock, ese gran festival que hace unas semanas celebraba su 50 aniversario, tal vez el festival más importante de rock de la historia, con una voz de fondo anunciaban Ten Years After la agrupación inglesa que con más de 15 discos y una historia barbara.
El teatro Ferrocarrilero era testigo de esta banda que después de 50 años siguen sonando y de qué forma, el poder de los teclados de Chick Churchill y la genialidad de la batería de Ric Lee, miembros originales del proyecto y responsables de que sigan grabando discos, en el bajo Colin Hodgkinson (y que ha sido bajista de Whitesnake, Mick Jagger, The British Blues Quintet y Jon Lord) un verdadero lujo y toda experiencia para los oídos, aunado a la juventud de Marcus Bonfanti, excelente guitarrista, sobre todo luciendo perfecto en esos momentos donde el sentimiento de una buena ejecución es más que necesario, llevándolos de principio a fin con maestría.
Llegó el momento de hacer una pausa y que Ric Lee se acercara agradecer y decir lo contento que se sentía de estar en México y que después de tantos años, la gente los siguiera. Como recompensar, esta última parte del show tocaron el set que hace 50 años habían tocado en Woodstock: «Good Morning Little Schoolgirl», «I Can’t Keep From Crying Sometimes», «I May Be Wrong, But I Won’t Be Wrong Always», «Hear Me Calling», «I’m Going Home», gran pero gran noche que nos dieron estos genios y bases para muchos que hoy comienzan a crear su propia historia musical.
De verdad no hay palabras para describir, el entorno de lo que fue este gran concierto, me hizo recordar el por qué la elección por el rock y sus variantes, aunque pasen los años, tu bandera de rebeldía, se convierte en tu forma de vida, una ideología y no te hace cambiar, ver a todos esos fans que vivieron esta gran época, te inspira.
