No basta más que una canción para darse cuenta de que pertenece a Paté de Fuá. Esta agrupación mexicana (que aunque sea conformada por integrantes de distintas nacionalidades, ellos se han declarado como un proyecto nacido en México) utiliza un esquema inconfundible que puede llegar a ser monótono, pero nunca aburrido; y ahora hace uso de este en la secuela de su Película Muda. La segunda parte también es el resultado de giras mundiales, donde han recogido sonidos de todas partes para apropiarlas e incorporarlas a su estilo.
De las colaboraciones con Lila Downs, Armando Manzanero y Lucía Galán en su quinto álbum de estudio, esta última es la mejor lograda. En la conferencia de prensa previa a la presentación del disco en El Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, Yayo González, guitarrista y voz principal, declaró que en dichas colaboraciones se buscaba que los invitados interpretaran los temas en la versión de Paté de Fuá y no en la suya propia; algo así como apropiarlos, traerlos a su terreno. Sin embargo “Llévame En Un Beso” difiere bastante del estilo, no solo del propuesto en el álbum, sino de Paté en general. La voz profunda de Downs se pierde entre coros insufribles como las de cualquier canción suya. Deshace el compás y la lírica suplicante. Es como mezclar el agua y el aceite.
Por su parte, “Falso Olvido”, donde participa Manzanero, quiso rescatar la herencia del compositor yucateco con un bolero donde el rasgueo cansado y dulce ?característico de las canciones de Paté de Fuá por el jazz? poco aportan a la voz, todavía más cansada, del presidente de la Sociedad Autónoma de Músicos y Compositores. No es compatible. La lírica quiso hablar el mismo idioma que el de Manzanero y a cambio obtuvo una mala renovación del bolero. Si es que ello se pretendía, claro.
Del mismo modo hay cosas buenas y como dicen por ahí, lo bueno-también-cuenta. “Nosotros Dos” es como la segunda parte, valga la redundancia, de las bellas colaboraciones que nos regaló la Primera Parte: “Mi Corazón”, con Natalia Lafourcade y “Vamos a Morir” con Catalina García de Monsieur Periné. Pero ahora es la integrante del dúo argentino Pimpinela la que acompaña a la voz de Yayo en esta delirante pieza: dulce, cálida y terminante. La lírica fulmina, mata, entra como flecha en el corazón: “Paso la vida intentando olvidar el pasado/ pero te siento a mi lado/ como una sombra fatal/ un hechizo de amor que no puedo olvidar”.
Algo que cabe resaltar es que no se encuentran los ritmos que suelen encontrarse en composiciones de Paté de Fuá: y no me contradigo con lo que digo al principio, si es posible reconocer que una canción pertenece al, ahora, septeto es por el ya consolidado estilo. Se han logrado despojar del espíritu italiano de la tarantela y ritmos afines que aún se escuchaban en Boquita Pintada. El jazz continúa ahí, pero no el dixieland, lo cual es una lástima, como lo es también el no encontrar nunca más (desde la Primera Parte) entre los acordes de “El Borracho”, “Película Hablada” o “El Vals de las Bicicletas” el acordeón de Víctor Madariaga. El banjo también ha desaparecido.
Temas como “La Tempestad” es inusual para la trayectoria de Paté. Es una balada sabia y certera, llega a ser honesta. Pero no usa la musicalización a la que ya nos tienen acostumbrados. En cambio, “Hacia El Sur” es un experimento donde se da privilegio a la letra por sobre los instrumentos que son solemnes, con trompetas que pretender ser heroicas. No quiero pensar que Paté está envejeciendo en su manera de hacer música o ha quedado conforme con lo creado, pero pareciera que al hablar de adioses como en “Queridos Amigos”, vaticina el final de un ciclo.
Sin embargo, lo mismo pasó con “Sin Razón Ni Despedida” y ahí siguen, sumando años a su trayectoria. Y brindo desde estas líneas, como lo hiciera a su manera el narrador de la última canción de esta Segunda Parte porque sigan mucho tiempo más