Por: Aldo Franco @aldosss
Los indicadores para saber que una canción es del agrado de quien la escucha pueden ser diversos y van desde provocarle el baile hasta hacer que recuerde a alguien en específico.
En términos generales, una buena melodía provoca un sentimiento puntual o remite mentalmente a algún espacio o tiempo. Sin embargo, hay momentos en el que el arte musical logra romper lo común e incomoda al espectador, quien no logra reconocer a lo que se enfrenta. Eso es lo que que MONO consiguió con Nowhere Now Here.
Si bien Takaakira Goto (guitarra), Hideki Suematsu (guitarra), Tamaki Kunishi (bajo/piano) y Yasunori Takada (percusiones/sintetizador) no revolucionaron su sonido ni mucho menos la música con este nuevo material, sí consiguieron un álbum de grandes temas dentro del post-rock.
Como es de esperarse de ese género musical, las canciones del décimo álbum de MONO son de larga duración, con excepción del celestial sonido de la pieza intro,“God Bless”, la cual contrasta con los ambientes bélicos y hasta apocalípticos que logra alcanzar la pieza a la que da pie: “After You Comes The Flood”.
En esa misma línea de calma que crece hasta al caos se encuentra la canción que da nombre al álbum “Nowhere Now Here”, la cual es una de esas obras que sorprenden al romper la percepción del tiempo; hace que el escucha sea parte de una corriente de emociones que disminuye y acelera hasta que han transcurrido sus más de diez minutos.
Sin duda, otra pieza que destaca de esta placa es “Breathe”. En esta nostálgica melodía, la banda nipona se aventuró a un acompañamiento de la voz de Tamaki Kunishi e incluso el canto de la bajista llega a ser el centro de atención.
Finalmente, la música de “Vanishing, Vanishing Maybe”, tema que cierra el álbum, se prende de ese título para hacer que todo el viaje del disco se desvanezca sin que uno logre distinguir cuando es que terminó ese recorrido. El escucha se queda en una calma total.
Nowhere Now Here arrebata a su público del espacio físico y lo remite a un lugar que no se puede concretar en la mente, como si se tratara de un espacio que se ha olvidado. No hay lugar para escuchar esta producción discográfica: bien podría adaptarse a una noche estrellada como a un recorrido por lo más despreciable de la ciudad.
Es un álbum para quien le gusta sentirse en la encrucijada de no saber dónde está, pero sabe que ahora y aquí mismo existe. Es un disco no para encontrarse, sino para perderse.