Fotos por Ricardo Ruelas
Existen bandas que no arrasan en las localidades, pero tienen un muy nutrido y constante grupo de fans. Una banda que siempre ha sido diferente al resto se encuentra en este grupo, tal como esta noche Apocalyptica lo demostró en el Coloso de Reforma con un casi lleno total.
Pero ese casi lleno era para los fijados que buscaban asientos vacíos, que era algo que los que si estaban se encargaban de borrar rápidamente. En cuanto pisaron el escenario, una estruendosa ovación para los escandinavos, que ponían a todos de pie.
Un lugar adecuado para un show donde la música es lo más importante, una pantalla con algunos visuales, algunas luces y la tarima desde donde Mikko Sirém dominaba la vista. Al frente Eicca Toppinen, flanqueado como siempre por Paavo Lötjönen y Perttu Kivilaakso.
Hace mucho el respetable no se emocionaba por canciones nuevas, de nuevos discos, por lo que demuestra el curioso caso que tiene esa banda con México, porque a cada oportunidad decían al micrófono lo mucho que les gustaba y disfrutaban tocar frente a este público en estas tierras; a diferencia de muchas bandas, de aquí se escuchaba real. También ayudaba que es muy resaltable Shadowmaker, su última placa que era el nombre del tour.
Todo esto no impedía que los mayores gritos y emociones provinieran de los covers, después de todo, así se hicieron. Primero sonaba Sepultura con una canción icónica del trash en «Refuse/Resist». Pero montados en la euforia por el nuevo disco y el tour, los covers de Metallica fueron los dominantes, tanto en setlist como en reacciones.
Pero entre covers también salía Franky Perez, para tener a un vocalista en el escenario y hablar en un español más que aceptable, ya que su repertorio no se limitaba a las canciones de Apocalyptica como «Bittersweet»o «Till death Do Us Apart», sino a un pedazo bastante amplio de «El Rey» de José Alfredo Jiménez, que todo el plebiscito le acompañaba a todo pulmón. Su partición, limitada por el espectáculo pero cumplidor en sus intervenciones, donde también hablaba de su admiración por nuestro país en su tiempo con el micrófono.
En «Master of Puppets» fue cuando la gente se metió más, coreando el coro cuando correspondía, lo mismo para «Seek & Destroy» que aprovechaban para anunciar una fecha. Anunciaron los planes de festejo del 20 aniversario del Plays Metallica by Four Cellos (un disco imprescindible) que los traerá para tocar todo el disco integro, en un futuro no muy pronto.
Era el momento de despedirse por primera vez, algo que no duraría mucho, más tardaba en despedirse que en lo que regresaban al escenario para tocar «Nothing Else Matters» y un pedazo del himno nacional, donde solo algunos se atrevían a cantarlo, mientras los demás aplaudían.
Se volvían intentar despedir y ellos mismo preguntaban si otra, haciendo patente esa conexión que tenían el público. Faltaba uno de los platillos fuertes, faltaba «One», que una vez la gente se encargaba de cantar mientras ellos tocaban, para dar ahora sí, por concluido un show que cumplió y llenó todas las expectativas, por lo que solo queda quedar atento a un show ya confirmado para el 2017.