El ambiente huele a poppers, es temprano para una noche larga. Lentejuelas, plataformas glitter en los ojos, el outfit desde la excentricidad hasta el minimalismo, hombres en su gran mayoría, perfumados y aromatizados con cigarros y cervezas, no cabe duda que el Auditorio BB recibirá a Jessie Ware.
Son las 8:30 de la noche y como buena británica, Jessie empieza justo a la hora, la obscuridad es su mejor aliado, las siluetas de dos bailarines rompen con el negro escenario, con pasos de Vogue los cuerpos atléticos de los bailarines son la antesala de una batín azul que Jessie Ware Luce mientras el público grita fúrico.
Playeras sin mangas, pantalones acampanados, estampados, bigotes vintage y pupilas en éxtasis presencian una voz educada en el canto y una pasión notoria por la danza e interpretación, no por nada Ware se ha encontrado en el top 5 de música británica con su disco debut Devotion y nominada al mejor álbum de música británica por su álbum “What’s your pleasure”.
Entre “Adore you”, “Spotlight” y “Mirage” los aplausos y los gritos de fondo, algunas notificaciones de Grindr se escuchan. La comunidad LGBT tomó el control de una noche en la que la co-compositora de “New man” del disco de Ed Sheeran, trataba de articular palabras en español como “Gracias Mexico City”.
No podía faltar la bandera de la comunidad en sus hombros, momento en que el auditorio BlackBerry estalló de gritos y emoción para dar lugar a sus grandes composiciones como “Ooh la la” “Say you love me” y “What’s your pleasure”.
La noche se convirtió en un pop setentero, los beats al ritmo de las luces y la bola disco fueron el centro del show que rompían con la armonía de las coreografías elaboradas a la perfección ente la cantante, sus coristas y sus bailarines. Un show muy bien pensado para el público al que va dirigido, quienes cantaron todo el tiempo cada una de las canciones de la británica.
Jessie Ware vino a la CDMX a demostrar la calidad de artistas que en la actualidad rigen el mundo del otro lado de océano, un repertorio que llevaba la energía de los oyentes en una cuesta hacia arriba, emocionalmente hablando, un performance pensado y bien ejecutado, con la sencillez escenográfica pero una entrega total de los artistas.
