Aunque la respuesta es bastante obvia: el espíritu de un jazzista que vive en el ático de Nick Birch, uno de los protagonistas de la serie estrenada a mediados del, ya, año pasado; la figura de Duke Ellington es mucho más de lo que se muestra en el irrevente show. Si bien existen otras figuras a las que se hace referencia a lo largo de los diez capítulos que conforman la primera temporada (para evitar spoilers, sólo diré que, entre otras cosas, en cierto capítulo hay una fiesta fantasma donde conviven el espíritu de Elizabeth Taylor, Pablo Picasso, Prince, Whitney Houston y Richard Burton).
El consagrado músico, en la vida real donde no dejó de ser un personaje, consideraba su obra como parte de la música estadounidense, así a secas, por lo que podría ser un error técnico llamarle jazzista. Sin embargo, lejos de cualquier género musical, su obra rebasa las mil composiciones. Nacido en Washington D. C. en 1899, su carrera tomó vuelo a partir de la década de los 30, cuando el swing se volvía popular entre la juventud estadounidense. Él siempre optó por hacer música desafiante, lejos de los estándares y la simplicidad; de ahí que la frase «el jazz es música pero el swing es negocio», arropara su trabajo para las siguientes décadas.
Si bien la serie animada de Netflix acierta en que «Duke» (duque, en inglés), no es más que un sobrenombre, la razón que dan ahí no es la verdadera; según asegura el historiador Scott Yanow, fue un sobrenombre que personas cercanas al pianista, le dieron a Edward Kennedy Ellington, su nombre real, por sus ademanes elegantes y con clase; sin embargo también se referían a él como «Dumpy» (regordete, en inglés) por su insaciable apetito, aunque lo más sorprendente es que siguiera tan delgado con tal manera de comer.
Entre otras cosas, su legado abarca diversos memoriales en ciudades como Washington D.C., su ciudad natal, New York y Los Ángeles. Además de distintas edificaciones y obras públicas que llevan su nombre, Duke Ellington fue el primer afroamericano en aparecer en una moneda estadounidense circulante; el cuarto de dólar del Distrito de Columbia, que lo celebra como su lugar de nacimiento. Por cierto, Stevie Wonder y Miles Davis le dedicaron una canción como homenaje luego de su muerte en 1977.
En 1960 obtuvo su estrella en el Paseo de la fama de Hollywood, 12 Grammy, la Medalla Presidencial de la Libertad en 1969, un doctorado honorario en el Berklee College of Music en 1971, la Legión de Honor por Francia en 1973 y en 1999, un Premio Pulitzer Especial póstumo.
Espero que en la segunda temporada de Big Mouth haya más frases y referencias a Duke Ellington, aunque sea un fantasma con humor ácido; es decir, ¿quién no quisiera al espíritu de una celebridad del jazz en su ático para pedirle consejos?