QUIZÁS DIOS NO ES EL CREADOR

Los muchitos que me conocen poquito saben bien que yo no soy precisamente religioso, sino que soy, en mis muy precarias capacidades y posibilidades, incluso medio anti-religioso. Un combatiente enemigo, pues. Pero de todas, ¿eh? Ya saben, onda dejar pasar a mi oficina —tenga mucho trabajo o no— a todo seudo-representante de cualquier religión/secta/grupoatolondranteparasangrarbolsillosyconsciencias (suponiendo que no sean siempre sinónimos) nomás para ver qué me dicen, pero sobre todo, para ver las caras y gemidos que esgrimen por lo que yo les digo; y no acá arbitrario, sino derivado de lo poquito que les conozco.

Ahora bien, los poquitos que me conocen muchito, saben bien que yo no soy precisamente ateo, sino que soy, en mis muy precarias reflexiones y cavilaciones, incluso medio agnóstico. Un indeciso cobarde, pues. Pero de todas, ¿eh? Ya saben, onda dejar pasar a mi agenda —tenga muchas dudas o no— a todo gentil-convidante de cualquier celebración/conmemoración/familafelizporcompartirsonrisasyfestejos (suponiendo que no sean siempre sinónimos) nomás para ver qué me ofrecen, pero sobre todo, para ver las caras y sonrisas que esgrimen por lo que ni nadie ni yo les digo; y no acá arbitrario, sino derivado de lo muchito que les conozco.

Y es que ya hemos hablado anteriormente del este SanJuditas, de la MorenitadelTepeyac, y claro que ya habrá tiempo, lectoralectorqueridos, de hablar del mismísimo Jesús (el primer hippie de la humanidad, según Ska-P) y hasta del tal DiosPadrequeledicen, pero más bien quería contarles sobre cierta ceremonia que me ha impactado desde que yo tenía algo así como 6 años, y algo así como 0 criterio (como hasta ahora), gracias a un arquitecto de verdad (quizás el único que conozco), pero que todavía se da el lujo de decir que es un «albañil venido a más».

Lo que pasa es que es hoy es el mismísimo 3 de mayo. Dice la esa Wikipedia® que es el centécimo vigesimotercer día del año en el calendario gregoriano. Que quedan 242 para finalizar el año (para los que adoran la navidaT), y más aún, dice unas cosas rarísimas sobre Jamaica, Noruega, Polonia, España, y hasta Groenlandia. Más contemporáneo hasta dicen que es el día de “La libertad de prensa” (Y conste que incluso tendría qué ver con el medio en el que estás leyendo esto, lectoralectorqueridos). Pero nel, yo quería hablarte de otra cosita.

Pues resulta que, para todo aquel que haya experimentado este estado, casi de agregación de la materia, intitulado “estar en obra”, el 3 de mayo es siempre acá especial. Y neta, ni me clavo a sus orígenes prehispánicos de Tlaloc, o su posterior uso pinches abusivo por parte de los despiadadosymierderos evangelizadores que hablan de Santa Elena de la Cruz y sus rollos arqueológicos, medicinales, o imperiales. Para, por lo menos mi vida, el día de hoy es mucho más simple que eso, pero también más sonriente.

Porque si en algún momento tú, o alguien cercano tuyo ha tenido la necesidad de pegar unos tabiques sobre otros para vivir mejor, al igual que yo, que tengo la necesidad de pegar unos tabiques sobre otros para vivir mejor, sabrás que esos “albañiles”, a los que la contemporaneidad de la perfección política les llama “trabajadores de la industria de la construcción”, sí que traen otro rollo; o por lo menos otra cosmovisión. Y conste que ni me meto en el rollo de los masones ni nada.

Porque es neta, ellos, pues. Porque hubo un tiempo (y capaz que sigue siendo) en que ni había esto de los “arquitectos” —y mucho menos estos que ni somos y nomás decimos que somos—. Hubo un tiempo de reales, de los true. Los que de verdad, mal que bien, sí te echan un cuartito. Otro día hablamos sí sí quedó o no tanto, pero hoy quisiera que percibieras, lectoralectorquerido, (aunque sea hoy) de modo distinto a los albañiles, los “ñiles” pues, así se llamen al final herreros, carpinteros, ayudantes, peones, sobrestantes, plomeros, eléctricos, y toda la larguísima lista de expertos que nomás nos hicieron esta Ciudad —y todas—, con todas las incongruencias que conllevan, pero también con todas las maravillas que conllevan.

¿Lo ven? No, no es el día de la Santa Cruz, y eso. Es el día de darles un taquito, —y echarse un taquito con ellos—, nomás para decirles que sí apreciamos esas paleadas que de algún modo místico y mágico (más incluso que la “Inmaculada concepción”) convierten sudor y polvo en rocas perennes. El día en que reconozcas que seas quien seas, vivas donde vivas, y te apellides como te apellides, un “albañil” al que tanto denuestas, te puso eso que estás pisando, eso que te está resguardando de la lluvia, del clima, y sobre todo de ti mismo. Que hasta el mismísimo puto del Trump se sentía bien verga nomás porque sabía que su muro es muy pendejo, pero un puñado de albañiles se lo hacen porque se lo hacen. Que sus columnas, a diferencia de esta columna, no se tambalean, y resisten todo embate de tiempo y circunstancias.

O la otra, pues. Es día de la “Santa Cruz”, pero estoy seguro que sus viacrucis son más duraderos, y sus construcciones también, porque a lo mejor “La iglesia de Cristo”, (por lo menos hasta que volteemos a nuestro alrededor inmediato)  no se construye tanto con rezos, sino con ellos.

Y hasta podría decir que si resulta que el tal Cristo siempre sí  existe, los ve, y les aplaude colando, aunque ellos ni cuenta se den.

Pero pues comper, que me pidieron costilla, y arrachera y longaniza y así, y todavía no sé dónde lo voy a comprar.

(…) “¡Ay, qué lección
me dio con su trabajo
el albañil tranquilo !

—Pablo Neruda—

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