El nuevo material de Nicola Cruz: Siku, es un respiro para el alma y una pausa para el ajetreo de la vida urbana. Sus elementos son ricos en diversidad y espiritualidad pero con un toque un tanto incongruente con su tiempo.
De viajes y experimentación
Siku es un disco nómada que está inspirado en los viajes de Nicola Cruz. Su nombre rescata una tradición de la cultura andina y significa: tocar en par.
De acuerdo con Cruz, Siku es un material colaborativo que le ha permitido trabajar con músicos que se han ganado su admiración y la vida se ha encargado de colocarlos en su camino.
“Trabajé el disco con gente con la que me siento muy afín. Además de contar con los músicos con los que siempre trabajo en Quito, hay otros artistas que he encontrado en el camino y sentimos la necesidad de hacer una composición juntos”, mencionó en una entrevista.
A lo largo del álbum se disfruta una amplia diversidad de sonidos e instrumentos que toman ritmos andinos, africanos, mexicanos e incluso hindú.
Siku es una visión más amplia de las ganas de Nicola Cruz por experimentar y ser inclusivo a nivel cultural como musical. Algo que se resalta de manera sutil en las 11 canciones que lo componen.
Iniciando por “Arka” y su colaboración con el flautista argentino Esteban Valdivia. En este sencillo se fusiona el folclor latino emitido por el instrumento de aire siku, con la labor electrónica de Nicola Cruz.
Brincamos “Hacia delante” con Chato, una de las canciones más deliciosas. Ella te lleva a través de una lírica reflexiva, a contonear y coordinar el cuerpo al ritmo del tambor.
Para “Criançada”, nos encontramos con una composición que se realizó con la participación del poeta y cantante brasileño Castello Blanco. Para este tema se trabajó con instrumentos afro diaspóricos y sonidos provenientes de la samba. Esta combinación multicultural es casi como una poción sanadora entre el cuerpo, el alma y la mente que te invitan a conectarte contigo y a un nivel espiritual olvidado pero que una vez más se intenta recuperar en “Voz de las Montañas”.
Cuando tu oído llegue a “Siete” y “Obsidiana”, podrá deleitarse con el sonido expulsado por un sitar y el bansuri, dos instrumentos que son acogidos por un beat continuo y finalizan con lo que parece ser un palo de lluvia.
En pocas palabras, Siku es un material rico por donde lo veas y lo escuches. Vale la pena oírlo una y otra vez porque en cada comienzo podrás ser testigo de un nuevo elemento.
¡Aquí te dejamos el álbum completo para que te animes a emprender este viaje!
