Todos los que amamos este género tan manoseado como lo es el rock, gustamos de escuchar riffs agresivos y que se adhieren a la mente de forma permanente y es eso justo lo que Stone Temple Pilots nos ha regalado desde principios de los 90.
Este año regresan, estrenando cantante por tercera vez en su historia, cabe destacar que tanto Scott Weiland como Chester Bennington dejaron este mundo. En su lugar, ahora tenemos a Jeff Gutt, quien se encuentra en la complicada situación de llenar unos zapatos demasiado grandes y con cierta imposición del estilo vocal.
Es importante tener en consideración que cuando una banda se encuentra ante una situación como la de STP, tienes tres caminos posibles: terminar la banda, buscar un estilo un poco distinto o el reemplazo casi exacto (a veces forzado) del vocalista anterior. No estamos desprestigiando el talento de Jeff, pero al escuchar este nuevo disco queda un sabor extraño, aquí falta algo y se nota.
Algo que también está muy forzado es el nombre del disco. Por segunda ocasión tienen un disco homónimo con la única diferencia de que este tiene un «(2018)», para diferenciarlo del último que grabaron con Weiland. Si bien la elección fue para dar a entender que escucharíamos un nuevo o renovado STP en la ejecución, no fue así. A través de sus 12 canciones no hay nada que no hayan hecho ya, tanto ellos como otras bandas.
El tema donde podemos notar la verdadera naturaleza de Jeff es en «The Art Of Letting Go» donde su voz suave lo hace sentir más real y esta balada es a donde pertenece y no en los demás temas donde compite por escucharse parecido a sus predecesores. Junto con «Finets Hour» logran un par perfecto para el nuevo vocal, pero que son completamente opuestas a lo que conocemos de la banda.
En tiempos en los que parece que el rock se va poco a poco al carajo, escuchar un nuevo disco de una banda como STP debería ser un respiro, un halo de esperanza y lamentablemente no fue así. Claro que es preferible cualquiera de estos 12 tracks a seguir escuchando discos totalmente pop etiquetados como rock. Con todo eso, STP sigue siendo una de las bandas favoritas entre los amantes de las guitarras eléctricas, rasposas y desafiantes.
Los efectos de la guitarra de «Just A Little Lie» son electrificantes. El arranque explosivo de «Middle Of Nowhere» me hizo erizar la piel y mover las caderas y el riff de «Never Enough» es justo de esos que mencionaba al principio. De un arranque impetuoso hasta «Reds & Blues», donde el ritmo disminuye gradualmente y hasta hace sentir cierta nostalgia.
En conclusión, nos encontramos con un buen disco al que le queda muy grande el nombre de la banda. Y a una banda que podría ser incluida en algún tema de maldiciones con dos ex cantantes muertos y un sonido que se resiste a la muerte.