Por: Brenda Valderrábano / @brenda_vaa
Al mando entero de The Drums, el neoyorquino Jonny Pierce se dio la completa libertad de crear la música que a él le gusta, y en la que finalmente pudo plasmar aspectos más personales y reveladoras sobre su vida, con su nuevo disco Brutalism.
Después de la partida de los demás miembros de la banda, incluido Jacob Graham, quien salió poco antes del lanzamiento de Abysmal Thoughts en 2017, Pierce decidió dejar atrás parte del estilo que venían cargando desde sus inicios, para concentrarse en crear un disco muy personal, tanto en su sonido como en sus letras. Abandonando las pretensiones de crear música más “catchy” con la que todos estuvieran de acuerdo, Brutalism literalmente toma la parte más brutal y a la vez inconsecuente de los momentos que vive el músico, y que muchos de nosotros llegamos a experimentar, para afirmar que a veces son esos detalles los que más nos marcan.
El álbum comienza con“Pretty Clouds” y un estilo más electrónico que nos recuerda a los inicios de Pierce y Graham, mientras la letra se mueve como metáfora entre las nubes y un recuerdo de despedida de alguien a quien notablemente extraña.
Por otro lado, “Body Chemistry” sí utiliza el recurso de una estrofa pegajosa que puedes repetir y sentir muchas veces, porque sigue siendo algo real. “I know some good luck/ and a good fuck/ a nice glass of wine/ and some quality time/ is gonna make you mine” es un pensamiento que muchos de nosotros tenemos y que podemos cantar una y otra vez, mientras bailamos al ritmo de la música.
Una de las canciones de las que más se ha hablado desde que salió el disco es “626 Bedford Avenue”, tal vez por ser una confesión de un amor pasajero que sin duda lastimaba y se burlaba de Pierce desde un inicio, pero que seguía regresando ahí, algo así como un “amiga, date cuenta”. Al final, sí se da cuenta y también se da cuenta de las inseguridades del otro, y el tema termina por ser él riéndose de sí mismo. Sin embargo, musicalmente la pieza llega a sonar bastante saturada de sonidos que vagan, que no tienen razón de ser y que no llegan a conectarse unos con otros.
La siguiente canción y homónima del disco da el hilo conductor de todo el álbum; “Brutalism” habla de la brutalidad de un amor y una relación que puede llegar a ser tóxica, pero que vemos con filtro de corazón. Aunque antes romantizáramos la irracionalidad en las relaciones, ahora ya nos vamos con mucho más cuidado. La letra de esta pieza, como del resto del disco, son brutalmente sinceras hasta el punto de parecer que tal cual se mantuvieron desde que se escribieron la primera vez, en una servilleta o en las notas del celular, hasta formar parte del álbum .
No hay otra forma de describir el inicio de “Loner” que caótico; poco a poco se va arreglando, usando el bajo como buena base del resto de la canción en la que Pierce se lamenta por una relación, posiblemente de una noche, que sabe que no va a avanzar ni ser nada más que eso, pero se aferra a la necesidad de querer más, y seamos sinceros, ¿a cuántos no nos ha pasado que esperamos algo más de una persona que sólo nos puede ofrecer unas horas? Sin embargo, el coro con el que termina el tema es algo totalmente innecesario y le da un aire a coro de iglesia que para nada queda con la canción.
Con “I Wanna Go Back” nos ponemos instantáneamente nostálgicos, al querer regresar con alguien que ya nos dijo adiós, mientras la música te sumerge en la añoranza. Es, sin duda, una de esas canciones que escuchas cuando estás triste y que por alguna razón, quieres estar aún más. En “Kiss it Away” el bajo lleva las riendas del track. La voz, entre romántica y anhelante, se siente ligeramente discordante con la armonía, en especial en el coro, donde se pierde entre la confusión de sonidos.
“Nervous” es una de las canciones más descriptivas líricamente hablando. Cuando hablé al principio de esta reseña sobre los detalles de las situaciones que marcan momentos importantes, me refería en especial a este track, donde Pierce te atrapa con la canción perfecta para terminar con alguien mientras te describe el proceso, el lugar y los pequeños detalles que involucran ese momento, haciéndola incluso más triste. Usando la guitarra acústica, “Nervous” salta desde un principio por ser diferente al resto del álbum, no completamente malo, pero discordante con la línea sonora que se lleva.
Finalmente, llegamos a “Blip of Joy” y te saca completamente de lo que sentías con “Nervous”, no sólo porque es una pieza mucho más positiva, sino porque regresamos a la abundancia de sonidos que se pueden convertir en algo caótico e hiperactivo y no sabes exactamente cómo bailar o si se debe bailar.
Al ser una obra mucho más personal, Brutalism muestra una faceta totalmente diferente a los primeros trabajos de The Drums, con los cuales se volvieron una de las bandas revelación más grandes e importantes de sus tiempos, así que no debemos olvidar que el sonido está destinado a ser diferente, y que la agrupación se convitió en el proyecto individual de Jonny Pierce. Aún así, no podemos dejar de lado que todavía le falta más camino para encontrar su sonido sin necesidad de saturar las canciones con todo tipo de elementos que no tienen sentido.
Sin embargo, Brutalism te agarra desde un principio y no te suelta hasta el final, sea porque te hace bailar en sus momentos, porque las letras te quedan como saco hecho a la medida, o porque quieres escuchar qué nueva propuesta tiene; aunque es un trabajo que todavía se tiene que pulir, vale la pena escucharlo. La mejor recomendación que puedo hacer es que escuchen el disco y ustedes mismos juzguen, porque The Drums no ha terminado, simplemente comenzó una nueva etapa.