No es novedad que miembros de Radiohead hagan música para películas, es algo que han realizado en otras ocasiones, siempre un sello muy propio y con una calidad indiscutible.

Esta vez, es el vocalista Thom Yorke al que se le encargó el proyecto de componer el score para la nueva versión de Suspiria, aquel clásico de horror sobrenatural italiano estrenada en 1977 y que se ha vuelto una película de culto. En aquella entrega la música fue compuesta por el grupo de rock progresivo Goblin.

El disco esta compuesto por 25 piezas que en su mayoría son música que compone el score, es decir, la música que puedes escuchar durante la misma película.

Sólo un par de pistas son música con voz. Es preciso contar una anécdota para demostrar un punto:

Cuando se me encargó la tarea de reseñar este disco fui directamente a mi servicio de streaming favorito, tomé audífonos y escuché el álbum. No fue algo que disfruté realmente, porque todas las piezas de score son muy extrañas, así que decidí ir al cine, pues aún no había tenido la oportunidad de ver la cinta. Al regresar a casa volví a escuchar el disco completo y todo cobró sentido, pues ahora cada fragmento de música correspondía a una emoción o a una escena específica de la película.

Es por esto, que se recomienda que primero se vea la película para que la escucha de este disco sea una experiencia más completa; esto no quiere decir que la música sea mala, pero también es importante remarcar que al ser un disco de soundtrack, las composiciones están íntimamente ligadas con las imágenes, pues su objetivo es trabajar en conjunto para producir emociones y llevar al espectador al estado de estrés constante y desconcierto que el filme nos requiere.

Thom Yorke demuestra en esta colección de pistas que tiene la capacidad de transmutarse, que puede construir ruinas, que puede invocar rancias deidades en sótanos satánicos, puede llevarte a parajes nostálgicos mucho más apegados al estilo por el que ya conocemos al inglés.

Suspirium es un disco lleno de emociones, pasajes obscuros, nostálgicos, desolados, sangre y mucho, pero mucho desconcierto y eso es justo el camino por el que el compositor nos quiere llevar, para que al final podamos entender que sólo somos herramientas para las tres madres y que sus hijas han de hacer lo que quieran con nosotros, a veces para bien, pero muchas veces para mal. Y eso es algo de lo que nosotros no tenemos ni siquiera memoria. Todo ocurre en un suspiro.