Fotografías: Instagram Oficial de la banda (@radiohead)
El domo de cobre se convirtió en una cápsula sónica. Una cápsula introspectiva que que desmenuzó una gran trayectoria musical. Misma que a través de acordes abrió una puerta dimensional que transportó a los presentes a esa dimensión sonora llamada Radiohead. Una constelación de innumerables beats y de abanicos rítmicos que durante el tiempo que duró el concierto desquebrajaron los sentidos y poseyeron por un instante la vida de todos los atentos y expectantes escuchas.
Radiohead no es de esas bandas que no repiten setlists. No arman las canciones que van a tocar para una gira y hacen el mismo show siempre: eso es algo que se agradece, pues nunca sabes con exactitud qué es lo qué van a tocar, por el que el imperativo juego de la sorpresa se presenta como azar.
Si de algo sirvió este concierto es para confirmar que durante más de 20 años Radiohead ha sido una de las banda más importantes, que su música está en otro nivel, su jerarquía y la forma en la que se imponen destruye todo precepto discográfico, puesto que en escena no hay mayor poderío que los estruendosos riffs que taladran la mente y hacen mover el esqueleto.
De todas las veces que he visto a Radiohead esta es claramente la mejor, pues ese viaje sónico que estructuró esa noche, fue la de unos músicos consagrados que tocaron a placer, desplegando el virtuosismo que los eleva a la máxima categoría y hace imposible usar un calificativo que pueda contener el significado de estar frente a lo que esta noche ha ocurrido.
Músicos haciendo música, no solo canciones, ni éxitos, y singles, ni siquiera las más famosas. Fue un «así queremos sonar», no fue un concierto para disque fans, sino que dieron una cátedra de cómo se ejecuta en vivo, cómo se experimenta y se genera música. Cómo se crean sonidos que armonizan y entonan.
Esta noche fueron músicos tocando a voluntad de tal forma que se permitieron después de todo ese despliegue de experimentación cerrar con «Creep», la cual fungió como un regalo tras no tocar nada ‘mainstream’. En realidad esta noche fue un concierto para verdaderos seguidores y para gente que sabe de música, para gente que fue a disfrutar de extraordinarios músicos hacer lo que mejor hacen. Sosteniendo siempre, como ya lo mencioné, una bandera de así-queremos-sonar, así-queremos-tocar y así-lo-hemos-hecho.
Este es el setlist que generó la atmósfera conceptual, que dio vida al mejor concierto que uno pudo presenciar de Radiohead y probablemente, está sobre cualquier otro concierto que se pueda presenciar en la vida
