Waters, Kubrick y Muros

Está cumpliendo 73 años, uno de los genios del siglo XX y XXI, artísticamente hablando por lo menos. El sur de Inglaterra, esa isla que se encargó de producir a toda una estirpe, solo falta ver que tiene el festejo posterior – en el calendario solamente- de Freddie Mercury.

Roger Waters está de manteles largos por otro año, sobre todo en este tumultuoso 2016, festejando además tener el suficiente peso, para que no lo opaque nadie, sus credenciales son más que suficientes, para ocupar uno de los peldaños más altos en el Olimpo del rock, esos que han y seguirán sobreviviendo la prueba del tiempo.

Llevó la revolución como nunca antes, nadie ha perdido un genio de esa manera para remplazarlo por alguien que sí pudo poner los controles hacia el Sol. Syd Barrett era el genio ácido de Floyd, una banda  etiquetada como música psicodélica, por toda la influencia que tenía el diamante, por lo que hubo dos puntos de inflexión con eso, Roger tomaba la batuta de la banda y David Gilmour llegaba para hacerse cargo de las guitarras. Por el momento dejaremos el segundo punto de lado. Decir que la banda cambió al género progresivo es poca cosa, algo que hasta demerita el trabajo de todos.

Pink Floyd hacía arte, había un concepto claro y definido bajo la mano -a veces demás firme – de Waters. Pasando por uno de los mejores discos de todos los tiempos y más vendidos, The Dark Side of the Moon, pasando por el Shine On You Crazy Diamond, hasta llegar a la épitome del concepto: The Wall.

Justo con ese disco y los resultados posteriores, es donde no se ha valorizado lo suficiente el trabajo de Roger. Todavía más que su trabajo como bajista, que a veces se olvida que tiene de las líneas de bajo más memorables que se vengan rápido a la mente (también servía «Money» como ejemplo):

Mucho groove que no se le reconoce mucho, tal vez culpa de esos looks más militares que tiene en sus show. Lo mismo para su capacidad y rango vocal pero tampoco esas habilidades son las que están subvaluadas; era esa visión de lo que quería hacer, de toda la idea que tenía. Por eso The Wall es la obra cumbre de Roger Waters, tal vez no de Pink Floyd.

Por otra parte, Stanley Kubrick era alguien muy obsesivo, que tenía cada cuadro exactamente como lo imaginaba, sin importar lo que costara o el tiempo que tomara o quien tuviera que dirigir. Era su obra,  su visión,  su idea exacta de hacer las cosas. Esta semana de Eyes Wide Shut -la obra «menor» dirián algunos- tardó tres semanas en grabarse:

Si Kubrick pudiera, probablemente refilmaría alguna de las escenas de sus obras, sin importar lo icónicas que resulten. Podría a ver algo que no les gustó de la bomba cayendo por lo que no sabría cómo amarla, o la escena de la ultraviolencia cantando bajo la lluvia no imprimía lo suficiente. Él es el Genio, así, con mayúscula.

Muchas  veces se le trata a Waters  de viejito cascarrabias – aunque no podemos negar que  sí ha tenido problemas de quinceañera con los otros miembros de la banda- a pesar de querer mejorar su obra que incluye proyectos filantrópicos, scores de películas,  tours, entrevistas, ópera, música nueva, etc.,  The Wall es su obra maestra, esa que siempre está mejorando.

No por nada, salió esa maravillosa obra audiovisual en Pink Floyd – The Wall -la película para no confundir- siendo este el primer paso. Las reediciones con el paso de los años, son un punto y aparte. Roger ya no tiene realmente control de eso, ya que salen a nombre de Pink Floyd. Pero todos los shows en vivo, también van marcando época, por ejemplo, el tour de The Wall en 1980 marcó el fin de la banda, el primero que se hizo tirando el edificio por la ventana y que dejó solamente a Richard Wright con ganancias, por la suerte de que fue el primero que «dejó de ser de la banda, para convertirse en un asalariado de la banda».

De la misma forma, el álbum pasó a ser parte de la historia, tocar todo ese disco, con todo el significado personal, con todo el peso histórico. Tocar encima de ese muro destruido a los ocho meses. En un muro construido para dividir personas y separar familias; que trataba de diferenciar a un ser humano de otro. Que los trataba de hacer menos por estar de cierto lado del mundo. Por sentimientos que no solamente se recuerdan para aquella Alemania de finales de la década de los 80´s. Por que todavía hay quienes quieren levantar muros así y no solo metafóricamente.

Tal vez no debamos de estar tan preocupados, ya una vez vino Roger Waters a tirar muros en México -en uno de los mejores shows, que la CDMX ha visto desde mucho antes de llamarse así-, tal vez pueda seguir haciéndolo

Pero mientras a todos los que quieren seguir poniendo muros, les tenemos el juicio:

 

Felicidades, al Kubrick de la música – Que Kubrick, es el Waters del cine-.

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