¡Y Don Omar sí le dio!

El regreso de William Omar Landrón Rivera a la CDMX, fue una auténtica noche de clásicos.

Fotos: Ale Servin (IG: alejandro_servin)

Viernes 21 de marzo. Una noche que estuvo cargada de nostalgia desde el arranque. Y, ¿porqué no? Algunos pensamos que no lo veríamos nunca. Otros pensaron que jamás regresaría después de sus problemas de salud. Afortunadamente, el artista puertorriqueño estuvo de vuelta. Desde la conferencia que dio a los medios dejó en claro que había sido operado “con éxito” del cáncer de riñón que le aquejaba. Que eso quedaba atrás. Su gira por todo Estados Unidos, y ahora por varias ciudades de México, lo confirmaba.

Y, después de un vídeo en el que se le veía liberándose de unos cables que le impiden el movimiento, salió con «Dale Don Dale». <Pa’ que se muevan la yales. / Pa’ activar los anormales….> Una de esas canciones de inicios del milenio. A mí no me gustaba en ese entonces el reggaetón, cuando sonaban sus canciones en los XVs y en las reuniones, y tenía que tragármelas. Pero ahora, veinte años después, las cosas cambian, los gustos crecen, y de tanto escucharlas, uno hasta se ha vuelto un poco fan. Ahora era el turno de verlo cantar junto a los 70 mil asistentes que se dieron cita en la Explanada de un Estadio que ha cambiado de nombre.

Si hasta el Azteca cambia, es normal que Don Omar sea otro. Aunque se mantiene de pie durante la hora y media de show, ya no es tanta su presencia física. Su voz es muchas veces reemplazada por la del público. Un amigo, muy fan de la leyenda viva del reguetón, desde sus orígenes, ya me había dicho días antes: «a Don Omar se va más a cantar que a perrear». ¡Que cierto! Una colección de clásicos, de himnos urbanos (que incluyó su versión de «Baila morena» de Héctor & Tito) fueron coreados por hora y media en la primera de la dos fechas en la Explanada del Estadio Banorte (Azteca). ¿Quién no ha reclamado con «Pobre Diabla»? ¿Quién no ha sido la voz de Aventura en «Ella y yo»? ¿Quién no le ha dicho al oído a otro, bailando cerca en la pista, esa parte de «Dile» de <Cuéntale que beso mejor que él, Cuéntale>?

¿Quién necesita músicos en escena cuando una consola basta para poner su lista de canciones y poner a todos en su línea? Canciones que se suceden una tras otra, como si estuviéramos en una fiesta. «Salió el sol», «Reggaetón latino», «Ojitos chiquitos», «Virtual diva». Una tras otra. De todos modos, cabe decir, no sólo era canto y no es como que faltara baile. Para eso, estaba el grupo de bailarinas y bailarines que no dejaron de poner el cuerpo, y de menearlo <que se menea, y se menea, y se menea>; que acompañaban esa clásica canción de bodas que dice <la mano arriba, cintura sola, la media vuelta, sacude duro>.

Y el público por supuesto, que bailaba, cantaba, coreaba, se emocionaba con el autoproclamado king of kings, con uno de sus ídolos del reggaetón. Uno que marcó el comienzo del género a lado de Daddy Yankee, Wisin y Yandel y Tego Calderón.

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