Yellow Submarine cumple medio siglo (¿dónde está la psicodelia?)

Recuerdo que la primera vez que vi Yellow Submarine (1968) me sentí raro. ¿Quién le daría a ver una película así a un niño? Y más en una época donde existía una época dorada en caricaturas creadas por Cartoon Network, o bueno, por lo menos así lo vivió mi generación. Pero mi curiosidad por ponerle cara a las voces que escuchaba todos las mañanas producto de un programa matinal en el radio fue mayor. Mi padre, desde que tengo memoria me acercó a The Beatles, y cuando uno escucha «Yellow Submarine» (ahora me refiero a la canción, lanzada en 1966 dentro del álbum Revolver) es natural asociarlo con dibujos animados; pero nada como aquellos surgidos del largometraje producido por Al Brodax.

Desde luego que no tenía noción alguna de lo que quería decir la palabra psicodelia. Mucho menos que «Lucy In the Sky With Diamonds» estaba asociada con el LSD: solo percibí una fiesta interminable de colores y cuatro hombres que viajaban en un submarino para rescatar a un pueblo gris. Voces chillonas, pero canciones que conocía a la perfección: también, en cierto punto la película es educativa, ahí está el fragmento que corresponde a «All Thogether Now». La dirección de George Dunning distaba de cualquier cosa que pudiera haber visto en la televisión.

Recuerdo también que al final del filme, casi como bonus track, aparecían los verdaderos Beatles que —cuales padres de familia cuando afirman que Los Reyes Magos son reales— aseguraban que la amenaza de los ‘malitos azules’ es algo que puede pasar. Que la historia fue verídica. Que Pepperland es un lugar que existe. Entonces, cuando el reproductor de VHS confirmó el final de la cinta, me quedé con más preguntas que respuestas y vi la película otra vez.

A cincuenta años de su estreno uno de los últimos largometrajes que haría The Beatles, sólo puedo decir que me enseñó más que cualquier cápsula de Plaza Sésamo. Aunque no tenga sentido, gracias a «Nowhere man» bauticé a mis celulares como Jeremy (I, II, III, dependiendo de su sucesión; actualmente estoy en el V); «Yellow Submarine» es una canción que pone de buenas a mi mejor amigo y probablemente el día de mi boda ponga de música de fondo toda la suite que George Martin compuso para esta película. Lo sé, no tiene sentido, pero si hay una enseñanza en esta etapa del cuarteto de Liverpool es que nada lo tiene. Nada es real.

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