Fotos por Axel Nava
La evolución de un artista se refleja en su expresión artística, no existe una madurez sino un crecimiento personal que reacciona en lo estético de la obra.
«Zion» hace referencia a la montaña jesuita donde uno va a encontrarse y a liberarse, Ely Guerra señala que este disco lo hizo en una soledad absoluta porque es lo que requería en ese momento.
La artista con más de 50 años se redescubre, se reinventa y recrea a través de su experiencia actual, presenta una creación polifónica, es decir el único instrumento con el que se trabaja es con la voz.
El Cantoral, ubicado en Coyoacán es quien recibe los asistentes y a la también compositora, una pantalla gigante detrás de ella y múltiples bocinas alrededor de los asientos de los espectadores, crean una atmósfera completa para los cinco sentidos.
Ely frente al público, viste de negro y representa la sencillez de existir, pero no de cualquiera existir sino de ese placer de ser estar, rodeada de disfrute y pasión. Se nota la conmoción y la creatividad expuestas en el escenario.
La misma autora de «ojos claros, labios rosas» expresa la forma en que compuso dicho disco, es una soledad que duró alrededor de seis años y fue expresada en 37 minutos, que para ella representa una obra máxima de la libertad emocional y la Independencia de disqueras.
Un show complejo que expresa en sus visuales el movimiento corporal, la lucha de vivir y sobretodo el mestizaje mexicano que orgullosa representa Ely Guerra a través de su vestuario que asemeja tejidos mexicanos y en sandalias tipo prehispánicas.
No cabe duda que se nota la madurez de un artista cuando se presenta un trabajo como «Zion», pues entra la complejidad de entender dicha obra, pero dicha complejidad forza y forja a los receptores a cuestionarse y abrirse a nuevas experiencias. Es decir que Ely Guerra ayuda al público a madura a través de su arte y ante eso sólo se debe de escribir una palabra ¡GRACIAS!
