Zion de Ely Guerra, no hay soledad sino sordera

«¿Qué brilla cuando el sol se ha apagado? ¿Qué luz nos guía?
Cuando hemos comenzado a amar se aquieta el sentimiento de pérdida,
pero comienza el caos; insufrible tarea por convencer, por crear espacios en común,
después, cuando ya nos hemos acostumbrado». Ely Guerra

Gritar en soledad y no escuchar tu propia voz es la inconsciencia de seres fragmentados, cuando en medio del desierto susurras y escuchas un eco interno, descubres el Zion: la fortaleza propia en medio de la fragilidad de vivir. Zion, el disco actual de la compositora Ely Guerra, representa la fortaleza de una voz que ha madurado y que ha crecido a lo largo de una carrera musical apegada al arte.

La polifonía de dicha obra, la combinación de únicamente voces, es el la conjugación entre de la expresión y la disciplina de una persona en en un momento exacto, como lo es Ely Guerra en el siglo XXI.  Con letras que van más allá de un coro y un verso, es un poema desgarradamente abrazador.

Y frente al mar cuesta arriba, En el viento va la sal,
caminando la pradera, en la sal un despertar,
entiendes algo en su luz la claridad.
Vuela alto
Descubrirás sin temor, sin vanidad, No temas, ve,
que este Monte y su cima con la fuerza de un volcán, sé, cae,
son tu propio Zion, entendiendo tu verdad, vuela
Zion.

Un disco que conjuga diferentes idiomas, como el español, el inglés y el portugués, mezcla la suavidad de los cánticos y lo gutural de una educación vocal, inicia un viaje semejante a lo angelical y las pasiones terrenales, así es como se puede percibir desde el comienzo de dicho disco.

La voz es la fuerza que toma forma a cada pista que se reproduce, un inicio de bienvenida entre el terciopelo de la voz, para continuar con la explosión de vociferante de una mujer que pelea contra ella misma y su entorno, y continuar, casi finalizar con un sentimiento agotadoramente placentero, como lo es «Inevitable Defeat».

La voz suena mejor en soledad, pero hay ocasiones en las que en dicha soledad, encuentras tu propia voz, como eco el destino te señala una compañía pocas veces apreciada, la de uno mismo, y es así que Ely Guerra se reencuentra con su fortaleza, con su voz interna y con un espejo que no sólo la refleja a ella, sino a cientos solitarios frente al espejo.

¿Y qué brilla cuando el sol se ha apagado? ¿Qué brota de un alma a oscuras? ¿De un corazón quieto? La verdad asoma su filo y las ganas pacientes se acaban. Pero hay una luz, yo sé que hay una luz, cuando todo, inclusive, es más que inquietante.

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