Por: Andrea Lea
Todo empieza con un ritmo constante, sonidos pegajosos y la voz extremadamente sensual de Jessy. En su tercer material de larga duración, la canadiense explora con sonidos pesados, ambientes sonoros, ritmos que se debaten entre géneros e importantes colaboraciones.
Pensar que la mayoría del material de este disco surgió a partir de la experimentación, es un indicador de originalidad y disfrute genuino de la artista en su proceso creativo. Para este proceso, Jessy trabajó con equipos legendarios como el Mother-32 y el DFAM, que son sintetizadores muy populares en la industria creativa y que sin duda, son un factor fundamental para desarrollar el ambiente techno, suave, ralajado y elegante de esta producción.
Este disco me remontó al periodo histórico neoclásico en el que se habló del «buen gusto» y las obras de arte volvieron a una sobriedad basada en el completo entendimiento de los recursos usados para la producción artística. Es así precisamente que se perciben los elementos de disco, como herramientas completamente estudiadas, usadas con precisión e intención en distintos espacios pero que de pronto, pueden resultar muy seguros. Es decir, Jessy Lanza se caracteriza por expandir limites y en esta ocasión, se recargó en sonidos que le funcionan y con los que ya está familiarizada en lugar de sorprender a su audiencia con innovación.
Desde una perspectiva a gran escala, este disco tiene todo para ser el sonido del verano; especialmente de este verano que no se siente como tal, en el que están ocurriendo grandes cambios sociales, un verano en medio de una pandemia y en el que la industria musical está atravesando una de las transformaciones más grandes de su historia. «Baby Love» por ejemplo, es un sencillo muy inclinado hacía el R&B pero que no deja de ser suave, en el que existen contrastes entre sonidos metálicos y otros mucho más robustos y cuya combinación, culmina en una pieza bailable, fresca y divertida. Si eso no es verano, no sé qué más lo sea.
Hay una notoria explotación de recursos armónicos y gran combinación de géneros, que en comparación con su primer álbum Pull My Hair Back, resulta sorprendente porque de ese material destaca la estructura que podría considerarse incluso rígida de las melodías y la participación de sintetizadores al lado de su voz. «Anyone around» es la pieza con que abre el disco y funciona perfectamente como introducción a un mundo etéreo y lleno de reflexiones honestas con las que el mundo entero se puede identificar.
All The Time es un disco con mensajes importantes que se comunican a través de melodías envolventes y bajos profundos que sin duda, te van a atrapar.
