Adrian Belew, Tony Levin, Danny Carey y Steve Vai revivieron el espíritu de King Crimson en una noche inolvidable en el Velódromo Olímpico.
El domingo 27 de abril de 2025 no fue una noche más para la música en la Ciudad de México. En el Velódromo Olímpico se reunió una verdadera superbanda: BEAT, integrada por cuatro leyendas vivas—Adrian Belew, Tony Levin, Danny Carey y Steve Vai—para rendir tributo a la etapa más cerebral y poderosa de King Crimson, la de los años ochenta.
La noche arrancó con Neurotica, un estallido de caos controlado. Danny Carey demostró desde el primer golpe por qué es uno de los mejores bateristas del mundo. Neal and Jack and Me y Heartbeat trajeron ese lado emocional y sincopado de Crimson, mientras el público empezaba a entrar en trance.
Sartori in Tangier y Man With an Open Heart mostraron la capacidad de la banda para flotar entre lo experimental y lo melódico. Con Dig Me, Model Man y Industry, la noche se tornó más densa y áspera, como si el escenario se volviera una máquina viviente.
Pero el primer gran clímax llegó con Larks’ Tongues in Aspic (Part III). Aquí Steve Vai simplemente se robó la noche. No trató de replicar a Robert Fripp, lo reimaginó desde su propio lenguaje, con una técnica brutal y una expresividad única. Fue un momento sublime, que dejó a todos en silencio… y luego en ovación.
Tras un breve descanso, llegó el segundo set con Waiting Man y The Sheltering Sky, piezas donde las atmósferas se volvieron líquidas. En Sleepless, el bajo de Tony Levin vibraba como si nos hablara desde las entrañas. Luego Frame by Frame llegó como un rompecabezas musical ensamblado en tiempo real.
Matte Kudasai bajó la intensidad con ternura y nostalgia. Pero el final fue pura energía: Elephant Talk y su groove verbal, Three of a Perfect Pair como un abrazo técnico, y Indiscipline como el grito final, rabioso y emocionante.
La ejecución fue precisa, emotiva y profundamente musical. BEAT no vino a imitar. Vino a reencarnar una época clave del progresivo con respeto y una personalidad propia. Un lujo ver a estas cuatro leyendas juntas, cada una aportando su historia y talento para construir algo nuevo a partir del legado de King Crimson.
Y si alguien salió del Velódromo pensando que el rock progresivo es cosa del pasado… claramente no estuvo ahí.
Aquí algo en imagenes, que si estuviste ahi te harán recordar y te explotara la cabeza de la majestuosidad musical de recordar pero si no de igual forma te explotara la cabeza de arrepentimiento de no haber asistido ….
Notita especial :
Gracias, pá-tío
Por dejar escondidos esos discos en una caja de zapatos, por ese baúl lleno de sonidos extraños que no entendía pero que me atraparon. Perdón por tomarlos sin permiso tantas veces… pero gracias a eso, hoy escribo de conciertos, me involucre y vivo esta pasión que sin querer sembraste en mí.
















