Fotos Cortesía OCESA
Bunbury «volvió» a los escenarios. Otra vez. Y sí, otra vez entre comillas. Porque si algo ha hecho en los últimos años —además de cantar— es retirarse y volver. Lo anunció en 2008, en 2010, y más formalmente en 2022 cuando dijo adiós definitivo a los escenarios por problemas de salud. Pero como buen rockstar, el adiós fue más un descanso que un cierre de ciclo. ¿Y saben qué? Los fans se lo perdonan todo. Le creen, le aplauden, le llenan cada foro. Y México no fue la excepción.
Pero más que un regreso, pareció una repetición con luces rojas y discursos reciclados. Y mientras el show vendía nostalgia con El Huracán Ambulante y promesas de reinvención, el elefante en el escenario seguía siendo el mismo: Radical Sonora, su disco más valiente, sigue escondido bajo la alfombra.
Sí, tocó “Big Bang”, una sola canción, como quien paga una deuda con fastidio. Pero el resto fue una mezcla de homenajes, fórmulas seguras y cero riesgos. Bunbury tiene muchas cuentas pendientes con su público, pero quizás la más grande sea consigo mismo: volver a atreverse como en aquel debut en solitario que lo sacó de las sombras de Héroes del Silencio. Hoy, en cambio, se refugia en lo cómodo, en lo ya coreado, en lo que no incomoda.
La noche del 25 de junio en el Estadio GNP tuvo como excusa la gira conmemorativa junto a El Huracán Ambulante, aquella banda que lo acompañó en su transformación post-Héroes. El objetivo: revivir el espíritu de “Pequeño” (1999), disco que le salvó la carrera luego del tropezón industrial con Radical Sonora (1997). Y sí, la nostalgia vendía bien, pero el guion ya lo habíamos visto antes.
El Huracán Ambulante, ese ensamble teatral y versátil que alguna vez integraron músicos como Rafa Domínguez (guitarra), Ramón Gacías (batería), Luis Miguel Romero (percusión), Jordi Mena y Ana Belén Estaje (vientos y coros), volvió a escena. Y México, siempre fiel, respondió con más de 60 mil almas desafiando el caos climático.
Porque esa noche dos huracanes golpearon la ciudad: el Huracán Erick, que trajo lluvias, inundaciones y tráfico infernal, y el Huracán Bunbury, que logró colapsar de emoción el Estadio GNP. La tormenta no impidió que miles revivieran el disco “Pequeño” casi en su totalidad, en un acto más cercano a la melancolía que a la evolución.
Lo curioso es que el setlist no distó mucho del de sus giras anteriores. Alrededor de un 65% del repertorio ya había sonado en tours pasados. Es decir, se vendió como reencuentro histórico, pero en el fondo fue más de lo mismo. El mismo guión, la misma pose, con nuevo nombre.

El escenario —intenso en rojos y penumbras— buscaba recrear la estética del cabaret decadente, esa mezcla de sensualidad y tristeza que tanto impregnó “Pequeño”. No fue coincidencia: el disco en vivo “Pequeño Cabaret Ambulante”, lanzado en julio del 2000, ya había hecho eso antes. Esta noche fue simplemente su eco.
Uno de los pocos momentos verdaderamente únicos fue “Viento a Favor”, que llevaba años sin tocarse. La ovación fue instantánea, genuina. Pero no alcanzó para disfrazar el patrón: Bunbury se pasea por su repertorio seguro, y a Radical Sonora apenas le da un espacio testimonial.
Entre tanto recuerdo también se filtró lo nuevo: canciones como “Serpiente” y “Las chingadas ganas de llorar” de su más reciente álbum “Cuentas Pendientes” (2025). Aunque la intención era mostrar evolución, los fans ya se sabían las letras de memoria. ¿La sorpresa? No hubo. ¿La novedad? Difusa. Y aunque Enrique insiste en que cada álbum es diferente, la sensación general es otra: una línea plana que ya no se atreve a romper moldes.
El concierto cerró con “Al final”, y Bunbury, con los ojos humedecidos, dejó caer otra promesa emocional: quizá esta fue su última vez en tierras mexicanas. Pero, francamente, ya nadie le cree. Nos tiene bien entrenados. Somos sus Santos Inocentes, y jugamos el juego con gusto. Lo amamos igual, incluso cuando se repite.
Ojalá —si es que vuelve otra vez— se quite el miedo, se reconcilie con Radical Sonora, y se atreva de nuevo. Que deje de tenerle pánico a lo diferente y cree algo que vuelva a sacudir, a incomodar, a incendiar escenarios como lo hizo en sus inicios. Porque si va a seguir regresando, al menos que sea para darnos algo que realmente valga la pena recordar.
