Fotografías: Facebook Oficial
Desde que se formaron en el 2008 en California, Chicano Batman nos ha sorprendido con una mezcla de sonidos que reúne lo mejor de sus orígenes multiculturales, así como estilos y géneros que hacen de su música un placer de escuchar. La experimentación constante, más el no parar de aprender y utilizar nuevos instrumentos, ha hecho que su sonido vaya mejorando hasta ir encontrando la marca que en algún punto los definirá.
Ahora, Chicano Batman llega con su cuarto álbum de estudio, Invisible People, renovados, actuales y variados, pero con una fórmula latente en cada una de sus canciones que llega a hacerlas predecibles, con esto no me refiero a que sean iguales, en realidad cada una de las 12 canciones son un universo por sí mismas, y todas están llenas de sorpresas muy bien recibidas; sino que los cambios de ritmo o incluso los solos de algún instrumento, están medidos casi religiosamente.
El funk es algo que destaca de este disco, desde “Color My Life”, primera canción, las cuerdas nos meten de lleno a este género tan animado y bailable que sigue en “Blank State”, un tema más romántico que transmite muy bien esa etapa de enamoramiento.
El tempo va bajando constantemente mientras van pasando las canciones hasta llegar a “Invisible People”, homónima del disco y un llamado a los outsiders para hacer una crítica social. Esta canción al igual que “Color My Life y otras posteriores como “Bella”, se repite una y otra vez el coro como haciendo énfasis para que no olvidemos algo.
Invisible People tiene grandes aciertos; las letras muestran los deseos, la vida y aprendizajes de los integrantes de Chicano Batman, los sonidos, aunque generalmente funky, suben y bajan de intensidad mostrando una narrativa continua y también hay una gran técnica en el uso de los instrumentos.
Las guitarras y bajo en “Pink Elephant” son sublimes y te llevan a un lugar distinto al del resto del álbum; las percusiones de “The Way” tienen un toque más de jazz y “The Prophet” suena como a una canción vintage que suena de fondo en un video en la playa grabado -¿o yo me fui muy lejos?-
El disco termina con “Wounds”, distinta al resto por sonar mucho más sencilla y lenta, apelando al “menos es más”.
Como mencioné, cada canción tiene altas y bajas y son únicas por sí solas, sin embargo todas ellas cuentan con el solo de algún instrumento, que aunque suenan impecables, después de algunas canciones te lo esperas y dejan de tener esa emoción y sorpresa que causa un buen solo de guitarra, por ejemplo. Si les prestas la suficiente atención, tendrás una idea de en qué momento cambiará el ritmo –y pasa- y cuando repetirán un coro sin parar –y lo hacen-. Aún así, es un disco que vale la pena escuchar y disfrutar, porque se los aseguro, se disfruta demasiado. Así que pónganse cómodos, y escuchen con atención.