La fila parecía interminable, faltaban 5 minutos para que las puertas del Marquet Square Arena de Indianápolis se abrieran y los asistentes tomarán su lugar. Los nervios se apoderaban del recinto, ya habían pasado dos años desde su última presentación, nadie sabía que podía suceder.
Dieron las 8:30 y después de unos minutos (que se sintieron eternos), unos pantalones acampanados en color blanco, detalles en dorado y en el pecho un calendario azteca, se acercaban al frente del escenario.
El recinto se saturó de aplausos, gritos y llanto. El rey ocupó su lugar y la música comenzó a sonar. Era un 26 de junio, los músicos que acompañaron a Elvis esa noche hicieron un recorrido por sus más grandes éxitos desde C.C. Rider hasta Jailhouse Rock, ofreciendo grandes versiones.
Avanzada la noche el traje parecía apretarle, la falta de espacio y comodidad no le impidieron compartir aquellos (pero más lentos) pasos de baile. En su rostro las huellas de una vida llena de rock and roll se hacían presentes.
La fatiga de un cuerpo exhausto que lucía de más de 42 años fue opacado por la energía que brotaba del interior; un Presley más joven estaba presente.
Alrededor de 18.000 personas se entregaron en cuerpo y alma ese día, Elvis Presley cerró la velada con «Bridge Over Trouble Water» y dos meses después, el rey se habría marchado.
Pero… ¿realmente fue su último concierto?
