Hell & Heaven Fest: La noche Trve

Fotos: Página Oficial de Facebook del evento

Se terminó la primera gran noche de Metal del año, con la segunda edición del Hell and Heaven Fest, para continuar de ese vía crucis que fue con toda lo relacionado con la primera edición en la CDMX. Esta secuela nos deja con algunos claroscuros, aunque con cierto aire de ir hacia adelante.

En los pros generales tenemos que la calidad del audio mejoró muchísimo respecto a la edición pasada en todos los escenarios, permitiendo que se escuchara todo sin importar el tipo de metal. El lado negativo sigue siendo la logística. No solamente fue un caos la prensa —por eso una disculpa por el tema de fotos—, pero también la gente que tenía boletos en preferente y VIP tenían un gran problema para moverse entre escenarios.

Es extraño que las productoras se hayan dado cuenta de que la gente que va sin ser fan, pero que de todas maneras tengan la manera de lucrar con ellos. Zonas medievales con búhos, peleas de caballeros donde podías participar, muchísimas cosas para vender y fotos de la época, además de peleas de MMA, que fueron muy bien aprovechadas al tener a Bulldozer. Zona de niños, atracciones de feria, tatuajes, una enorme zona de comida y alcohol por montones, hacía claro que cualquiera pudiera disfrutar.

En cuanto a la música, que es lo que nos importa, estuvo presente todo el día con tantos escenarios y bandas. Desde que PinHed se plantó con sus armaduras en el trve stage ante una cantidad considerable de personas para ser las tres de la tarde en un festival, ya se empezaba a armar los ‹mosh pits›. Varios cientos de litros de cerveza ya corrían. Ad hoc, para los que estaban tocando con armaduras y cascos de lobos.

En el escenario principal Fear Factory, empezaba también a armar el ‹slam›, en plano rayo el sol, que no inmutaba a todos los ataviados de negro y piel. Todavía era buena hora para ver también las demás actividades antes mencionadas.

Fear Factory

Luego, en el trve stage empezaba las peleas de MMA, con Bulldozer de fondo le daba un sabor especial a ver a dos chavos que apenas pasaban la mayoría de edad agarrarse a golpes. Voivod también en el mismo escenario puso a todos prendidos, lo que provocó varios dolores de cuello.

Mientras en el escenario principal, estaban los ingleses de Dragonforce, que tenían a una gran base de fans from hell, que se saben todas las rolas, algo que parece insignificante frente a todos las miles de notas que suenan por minuto en cada canción. Sobre todo la manera en la que cerraron su set con la conocida por todos «Trough the Fires and Flames».

En otro escenario, Sepultura estaba festejando 30 años de trayectoria y 20 del lanzamiento de Roots, uno de los discos que le cambiaron la imagen al metal. Andreas Kisser fue uno de los mas ovacionados en todo el festival, que ya dice mucho de la banda, además de aprovechar para presentar nuevos tracks que van a salir en 2017.

Sepultura

Cambiando otra vez de escenario, Alien Ant Farm, estaba todo un poco apagado, hasta que empezó «Smooth Criminal», todo lo escenario alternativo se la sabía, cantando y saltando. Así de poco duró la emoción de la banda. La emoción de los chavorucos seguía, porque otra banda que marcó a una generación entraba. P.O.D. hablando en español, creó ese lazo con los que estaban abajo del escenario. «Boom», «Alive» y «Youth of the Nation» (no necesariamente en ese orden), pusieron literal a todos a cantar, entre los ‹mosh pits› que pedía.

Empezaban los platos fuertes. Ghost se plantaba en el escenario por tercer vez, así como ellos lo recordaban. El clima era idóneo para su presentación: nublado y una lluvia incipiente. Todo se mostraba perfecto para esta eucaristía. Fue una presentación donde los asistentes se sabían toda la letra y no solo el coro, por lo que «Year Zero» tuvo un toque especial, mientras recitaban la parte del principio. Hasta ese momento el Papa Emeritus III era el showman del festival. Impresionante performance para unos que cada vez que vienen sienten realmente al público mexicano.

A Five Finger Death Punch le faltó conectar un poco mas con la gente a pesar de tocar arduo y sin concesiones. Las partes que covereaban a Ozzy o a Deep Purple fueron lo que emocionó al grueso del respetable, a pesar de tener a sus fans de hueso colorado, que tenían todo el día esperando esta presentación.

Era el momento de cerrar los otros escenarios, en uno Behemot tenía a todos hipnotizados con sus ritmos brutales, con el baterista que parecía mecánico alcanzado esas velocidades. Ni siquiera se arriesgaban a dislocarse el cuello ante, porque además todos estaban atónitos con lo que hacían sobre el escenario.

En el otro escenario, Suicide Silence ponía cátedra de cómo establecer contacto con el público, hablando todo el tiempo en español y sacando su lado latino a relucir. Masacrando sus instrumentos, era el momento, no solo exigían el slam mas grande, sino que además fueron los que orquestraron el ‹Wall of Death›: cuerpos corriendo a toda velocidad, una contra otra, a ritmo frenético.

Para lamer las heridas, todos se trasladaban al escenario principal para el cierre. Primero Twisted Sister, esa banda ícono, que ha sido un pilar del rock, por fin hacía su presencia en estos lares, después de años de esperarlos. Dee Snider es un viejo lobo que se sabe ya todos los trucos del libro, pasearse frente a una multitud para él es cosa más de su trabajo.

Twisted Sister

Al margen de la música, aquí estuvo uno de los momentos del día, uno que se puso emocional. Recordando a A. J. Pero, su baterista que se fue hace un año y como el rock ha perdido en poco tiempo a figuras emblemáticas, pidió que se apagaran las luces y pidió que todos levantaran su teléfono para alumbrar mientras recordaba a A.J. y a Lemmy.

Mike Portnoy es más que un capaz sustituto, por lo que dió un poco más de profundidad a la música de la banda de Jersey, por lo que «I Wanna Rock» y «We Are not Gonna Take It» sonaron con mas potencia de la esperada, al margen del coro multitudinario.

Era el momento esperado y respondía a las expectativas, antes de que pasara nada, fuegos artificiales, mas que con todas las bandas anteriores juntas y ni siquiera estaba Rammstein todavía en su lugar, Lindemann hacía aparición en la luz, ataviado todo de blanco y con un sombrero de copa.

Todo un show completo, cada canción iba de la mano con los juegos de luces, pirotecnia y cambios de vestuario. La completa inmovilidad de Landers y de Kruspe contrastaban con el showman del centro y  lo que hacía Lorenz en los teclados con sus cambios de vestuario a uno que parecía una esfera disco mientras iba en una caminadora montada en el escenario. Los demás manteniendo siempre una vestimenta que parece inspirada en la obra de cierto partido nacional socialista.

Rammstein

La pirotecnia, como siempre, fue una parte enorme del show, desde un arco lleno de bengalas, unos strap-on para la boca que funcionaba como lanzallamas, guitarras humeantes y explosivas que harían sentir mal a Ace Frehley. Sin mencionar todas las explosiones que salían por encima del escenario y luces poderosas para alumbrar tanto como la vista alcanzara.

Uno de los mejores show que se han montando aquí en mucho tiempo, una banda que lleva de la mano la teatralidad con la música de la mano, un show completo, perfecto para cerrar un festival que va ganando enteros. Todavía tiene detalles que mejorar, esperamos que para las siguientes ediciones vayan mejorando. Al final todos los asistentes salieron con un buen sabor de boca esperando ya la siguiente edición

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