Fotos: Alejandro Servín
Viudos quedamos y la agonía vuela cual hoja seca en otoño. A veces aprendemos más de los resultados que del mundo. No siempre suena divertido.
Un sueño se realiza y los objetivos a veces suelen reemplazarse por cosas insignificantes. Para cuestión de suerte de muchos, podemos aún disfrutar de cosas bien hechas, de cosas que se llevan a cabo en diferentes lugares de aquella ciudad donde vives. Independiente de ello se camina y se trata de no torcer el tobillo; no se puede obligar a hacer todo correcto.
El Lunario del Auditorio siempre alberga sonidos raros, nuevos, frescos y unos ya conocidos. Para los conocedores, siempre será una reunión muy íntima con aquella agrupación que se estará rompiendo la madre arriba del escenario. Y así fue. Dentro de ello, puedes compartir estos sonidos con la persona que te está haciendo vibrar, aquella que te hace suspirar y que hace que tu tiempo se detenga. La compañía siempre será tu pieza clave y yo como espectador, pude disfrutar de una de las noches más memorables que puedo tener en este 2o18, junto con esa persona que me hace suspirar. Una especie de reencuentro y perdón; qué padre haber compartido este concierto con mi «Meta-Crush».
Una noche llena de rimas se esfumó en poco más de cuatro horas, pues McKlopedia y Entre Desiertos fueron dos de los elegidos para que la gente que iba esa noche a ver a The Guadaloops se sintiera con ánimos y con una energía que solamente esta banda de la Ciudad puede ofrecer en toda la extensión de la palabra.
Sí, todos sabemos que si están en el Lunario es por qué la banda está demostrando que su camino lleno de trabajo está por fin dando frutos. Los golpes solo se demuestran tras el éxito que se puede tener al presentarse frente a un público que cada vez exige más, pues la naturaleza de la música siempre tendrá un auge en el cual nunca se tiene contento a todo mundo. Por suerte, The Guadalops llegó para presentar su más reciente EP de estudio La Viuda, justamente después de unas semanas de su estreno en todas las plataformas que hay hoy día.
En The Guadaloops, no existe un MC o un DJ que les esté echando beats o rimas; aquí es todo lo contrario, ya que tienen una batería, guitarra, bajo y teclados, donde muestran más allá de lo que es el rap, con mezclas de jazz, rock y lo alternativo. Qué fantasía. Bien ahí.
La peculiar de voz de Fermín y esas rimas que escupe Tino, lograron destapar el mundo que se va y solo nos queda vivir el momento. Canciones de su más reciente disco y aquellos sencillos que para todos, ya son los clásicos y los que no deben faltar en su repertorio. «Cada que es Veintiuno», «Meta-Crush», «Besar en Luna Llena», «Hombre Caja», «Luminas», «Narciso», «Cornelia», fueron algunas de las muchas canciones que nos dieron estos cinco chicos y que con cada ritmo, solo demostraban el por qué debían estar ahí.
Entre cortes, daban pie a fragmentos de vídeos de cómo se conocieron, de cómo componen y de cómo cada alma se conecta con la de ellos para dar camino a canciones nuevas y también a las giras que han tenido a lo largo de estos cinco años. Sin duda alguna, cada alma nueva que estuvo presente en su recital, lograron captar la esencia de cada uno y del saber que se puede reunir la gente para celebrar eso: la unión que desde el primer día es todo para la banda y viceversa.
Si bien sabemos (o al menos yo), puedo decir que el hip-hop-rap es «el nuevo rock», por que han demostrado en menos de cinco años que se pueden hacer cosas grandiosas y que hay calidad. No por nada podemos tener a The Guadaloops en un Lunario o cualquier banda dentro de los más grandes festivales como headliners o participes del mismo. Podemos dar pie a lo nuevo y regocijarnos si es que nos lo proponemos. Demos paso a lo nuevo, no hay que cerrarnos puertas y descubrir que un genero como éste puede dar más de lo que creemos.