MI BETSY Y EL BLUES (O EL BLUES Y MI BETSY) O VICEVERSA

«Vamos a ir al blues, ¿Te apuntas?», era una pregunta que frecuentemente me interpelaban mis Señores Padres durante una época que, hoy más que nunca, se ve lejana, y pues no gris, sino más bien muy nívea, pero siempre tirándole al azul. Y es que no es tan simple esa transmutación de actividades en espacios. De espacios en atmósferas. De atmósferas en verbos (porque nosotros no íbamos a escuchar blues, sino que íbamos AL blues). De verdad era así, ir a un lugar, a un sitio, o más exactamente, a un refugio, pero que más bien se volvía un algo, un eso, un todote, porque bluesear no se acepta en el DRAE, pero sí en algunos selectos corazones, y máxime cuando quien te lo pinta del rojo al azul ES Betsy Pecanins. 

(Pausa. Háganse un favor, lectoralectorqueridos, para seguir leyendo si lo tienen a bien.[Si no, con la canción basta, que el texto es igual de insulso que siempre]).

 

Sí. Dije ES, porque algún purista del lenguaje (pero uno muy obtuso, [o muy frigidote]) se haría el mamón gramático corrigiendo: “No es, era”, o bien, al escuchar alguno de sus discos espetaría un: «Esta era». No, pues; los que escuchamos ese portentoso color de voz, decimos: «¡Esta ES Betsy Pecanins!».

Lo que pasa es que el ser no necesariamente está adherido al estar, ni viceversa, y ella es el mejor ejemplo; ella que muchísimo tiempo estuvo enferma pero: “Soy enferma” jamás dijo, porque en cambio decía: «Cantar es mi lado sano».  Ella ES Betsy Pecanins.

Conocí a esa portentosa proeza de la naturaleza cuando muy inmerecidamente me aceptaron en la maravillosísima Escuela del Rock a la Palabra en donde ella, no daba, sino SIGUE dando clases de canto, pero más que de canto, de sentimientos, de vida, y pues ya saben, todo idiota yo: ¿Qué se dice/hace cuando tienes que comportarte incólume porque eres alumno, pero nel, más bien eres fanfromhell?  Pues ya saben, palabras enrevesadas, argumentos cerriles, pero eso sí, toda emoción supurada por cada uno de mis poros fue mi “hola”. «Bueno, la emoción ya es ganancia; con eso se hace blues», fue el suyo…

Pues bien, esa mujer que me dijo: «Soy Betsy, no me hables de “Usted”», no era, ES, pero pues tampoco, o por lo menos no nada más, porque trató, me cae que trató de enseñarme a cantar, pero, chale, si el parámetro era ella, ¿Quién podría —y menos yo—?, pero resulta que en realidad ni enseñaba canto, o insisto, no nada más eso.

«¿Cómo estás?/ Jodida, pero contenta». Esa, no era; ES Betsy Pecanins.

«No sé, no me sale./ Es que si no se siente, si no se sufre, no es blues». Esa, no era; ES Betsy Pecanins.

«Supe que tienes algunos problemas de salud…/ Bueno, no es para que me digan pobrecita; son problemas y son para resolverlos, ». Esa, no era; ES Betsy Pecanins.

«¿Estás bien?/ Me arrastro a veces, pero estoy entera». Esa, no era; ES Betsy Pecanins.

Pues bien, Betsy Pecanins se adelantó hace algunos días, pero no, no cumple un semestre, un año; vaya, ni siquiera es una conmemoración de número par. Lo que pasa es que a través de este irracional random playlist que acompaña mis desvelos laborales, me vino a saludar, y no sé, andaba pensando, primero que soy celoso con mi Flaco de Oro, con mis Beatles, pero sobre todo con mi José Alfredo, y no obstante, esas versiones, ese saludo (o viceversa) más que quedarle bien bonito a ella, le queda bien bonito a mi corazón, o nel, a mi vida, o más aún: a LA vida.

Lo que pasa es que sí, ya sé, ya sabemos lectoralectorqueridos, que esta es la peor época para vivir, que nos faltan granos de arena de mar para equiparar nuestros problemas, que creíamos que con el Peñejo bastaba, pero siempre puede ser peor porque ahora también nos darán de Trumpadas, que todo está de la verga, y que carajo, Betsy querida, cuando te levantaste antes de la mesa ni hubo un Trending Topic mundial como merecías, pero lo hubo en mi corazón; que el tren del mame no llegó ni a cabús, pero pues qué mejor, porque ¿quién querría un pedazo de obsoleto ferrocarril si tenías más bien una limousine, una residencia acá, aquí, adentrito?

No fuiste, Betsy querida. Eres. Y hoy más que nunca porque, si volteamos a ver a este México que tanto querías, pues estamos jodidos pero contentos. Sentimos, sufrimos, porque eso es el blues, pero también porque en algún momento (quiero pensar que ya mero) no seremos azules, sino verdesblancosyrojos. Porque tenemos problemas, pero no tantos como para que nos digan que pobrecitos, sino para resolverlos. Y porque nos arrastramos a veces, pero estamos enteros.

 

 

 

P.s. Quizá no aprendí el blues como debía, como trataste de enseñarme, pero eso sí, ya lo siento como me instruías. Y México también —deseo con todo mi ser— ahí la lleva.

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