Música, más allá del placer auditivo

Amamos la música, nos hace sentir diversas sensaciones:felicidad, alegría, euforia, melancolía, nostalgia y diversos tipos de sentimientos que a veces no comprendemos, solo los asimilamos, llegando al punto de acostumbrarnos a ellos

Bailamos, cantamos, disfrutamos, reímos, lloramos, saltamos, nos descontrolamos. La manera en que la música nos hace efectos es extraña. ¿Alguna vez te has preguntado por qué nos pasa esto y qué lo causa?

Hace 2500 años atrás, la música era considera como influyente ante las masas, provocando en ellas el cambio de conducta habitual y afectación sobre su carácter. Filósofos importantes creyeron convenientes el control sobre ella, creando la prohibición en lugares como Esparta y Atenas, extendiéndose años después hasta Japón, Egipto, India y China.

Aristóteles señalaba que la música representaba “las pasiones, el estado del alma, bondad, enojo, valor, templanza, y sus opuestos y otras cualidades; por lo tanto, cuando uno escucha música que imita cierta pasión, es imbuido por la misma pasión”. No mentía, al escuchar música, estamos saciando un sentimiento. Cuando estamos tristes, escuchamos canciones deprimentes que nos hacen sentir “mejor” en cierta forma, en cambio si nuestro estado es alegre, la música también lo es.

No es coincidencia que en la música existan diversos géneros, ya que cada uno está para complacer el estado de ánimo y la ciencia está ahí para darnos su explicación.

La música afecta a nuestro cerebro, las canciones que nos son agradables, liberan dopamina, neurohormona creada por el hipotálamo, que es la sustancia química que modula el placer en nuestro cerebro, además de otros beneficios para el aprendizaje, comportamiento, actividad motora, sueño, humor y atención.

Además de regular el nivel de hormonas relacionadas con el estrés, fortalecer la memoria, aprendizaje, recrear recuerdos, estimular la creatividad, calmar la ansiedad, aumentar el optimismo, calmar el dolor, mejorar el sistema inmunológico; también genera placer, ayuda a socializar, es energizante, además de ayudar en enfermedades como el Alzheimer, Parkinson, Síndrome de Down y autismo.

Las notas altas y agudas actúan en las contracturas musculares, actúan fuertemente en el sistema nervioso, aumentan los reflejos, nos ayudan a despertarnos o sacarnos de un estado d cansancio.

Las notas bajas o graves, no llegan a las terminaciones nerviosas, ya que su afecto es mecánico, es decir, tienen más efecto en las zonas corporales “huecas”, como lo pulmones, corazón e incluso el abdomen. Su efecto solo actúa en distancia cortas de audición, mientras más amplio es el recorrido musical solo puede ser escuchada pero no percibida corporalmente debido a que actúa bajo las vibraciones.

Hablando de candencia, las notas musicales, los ritmos lentos inducen a la paz, los rápidos al movimiento y a exteriorizar los sentimientos.

La intensidad de la música puede causar lo contrario a lo ya explicado, ya que con un equipo de sonido a volumen muy alto, podría causar que una melodía agradable se vuelva molesta e irritable al grado de volverla insoportable.

La música es arte, arte que está hecha para llenar nuestra vida y saciar nuestras emociones, va más allá del placer auditivo, nos complementa, ayuda a la felicidad, pero sobre todo, nos hace disfrutar de nuestra vida con un “Soundtrack”, que musicaliza nuestro día a día.

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