Por: Verónica de la Mora
Si recordamos los comienzos de Black Lips – incluso parte de los 2010-, siempre tendremos en mente el punk y garage, así como el desmadre y energía en sus conciertos, todo en conjunto nos daba una mezcla imperfecta que ha formado parte del encanto de la banda.
En pleno 2020, el grupo no hace a un lado la esencia de fiesta y caos, afianza este sonido con una vibra madura para componer un álbum diferente, tomando el country como pieza central.
No podemos esperar algo como lo que hicieron con trabajos como: Black Lips (2003), Arabia Mountain (2011) o Satan’s Graffiti or God’s Art? (2017). Los cambios en el grupo y más de 15 años de carrera juntos, los han llevado a explorar alternativas sonoras y romper con la idea de: «¿Qué podemos esperar?», para abrirnos a una nueva fase en su estilo.
Sing in a World that’s Falling Apart es un álbum explora la géneros como el: country, blues y el rock n’ roll clásico, para transportarnos a un bar sureño en medio de la crisis por la que experimenta el mundo. Desde que escuchamos los primeros acordes de guitarra de «Hooker Jon», sabemos hacía donde nos dirige el grupo, las botas y sombrero no solo son parte de lo visual, también forman parte del álbum en cuestión.
Incluir armónicas, el saxofón y bajar la fuerza de guitarras le da un giro diferente a Black Lips. No hacen a un lado su estilo descuidado, ya que es parte fundamental en la construcción del disco. En tempos pausados, cada canción rescata historias cuyo escenario principal puede ser una carretera esperando a las aventuras de alguien huyendo; cantarle a una chica llamada Odelia y más lugares al estilo de los originarios de Atlanta.
«Odelia», «Rumbler» o «Gentleman» nos regalan esa vibra juguetona y bastante atractiva en la que no se pierde el rock. «Angola Rodeo» cambia el juego al plantear un rock n’ roll sesentero, que refresca el material. Asimismo, algo interesante dentro del álbum es que los tracks más populares son esas baladas tranquilas como: «Get it on Time» o «Crainsaw», tal vez porque encontramos esos destellos de madurez bien balanceada con la fuerza del grupo.
Para cerrar, «Live Fast Die Slow» es un poco pesimista en su letra pero no podemos negar que los gritos y coros entrañables que nos dicen: «Sing in a World that’s Falling Apart» es un final que expresa la perspectiva del grupo: No hay más; sólo vivir y cantar mientras el mundo se cae.
En general, podemos decir que Black Lips nos da un álbum que rescata y entiende muy bien la vibra country o «de sus raíces», mostrando un salto que resulta arriesgado pero es bastante atractivo para sus fans, cada historia y letra es el paso de los años junto a lo aprendido en el proceso de esta cuya energía punk, nunca se ira.