Jazmín Solar: una mujer y su piano contra el mundo

Fotos: Martín Vargas

Once meses después de nuestra última plática (puedes leerla aquí), la casualidad, el destino o los gajes del oficio me volvieron a juntar con Jazmín Solar. Ahora el tema sobre la mesa fue el estreno de «Ser Feliz», canción que ya se ha dado a conocer en diferentes presentaciones, tal como pasó en la más reciente edición del Vive Latino, el 19 de marzo bajo la Carpa Intolerante. En aquella ocasión Sofía Mayorga, mejor conocida como Sofi Mayen, y Juan Manuel Torreblanca contribuyeron en el tema con su voz. Asegura que dicho tema contará con un audiovisual próximo a estrenarse el viernes 30 de junio.

Con el cabello un poco más largo que en aquel concierto, una mirada lánguida pero dulce y una chamarra de piel negra, Jazmín comenta, con una voz cálida y despreocupada, que estuvo nerviosa. No era para menos: se trató del primer Vive Latino en que participó y su proyecto resultaba peculiar ante propuestas como Chingadazo de Kung Fu o Mexican Juligans; incluso distinto a la nueva faceta de Monocordio (también contemplado en ese mismo escenario) pues si hay algo que caracteriza su música es la intimidad que exige para ser escuchada.

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Para «Ser Feliz» están contempladas dos versiones: una cuya voz sea únicamente la de Jazmín y otra con colaboradores. —Lo divertido de trabajar con Leonel (García) en la producción es que él es buen músico; yo dejo que él experimente—, declara al respecto. En primera estancia este tema tiene como objetivo contribuir de una manera distinta a la concepción cultural del amor; Jazmín piensa que culturalmente somos un pueblo al que le da miedo estar triste. —Se habla del dolor como drama—, complementa. Por lo que la canción a estrenarse «no es una más de ‘optimismo barato’, como aquel que se da para quedar bien y cae en lugares comunes: en un «échale ganas, tú puedes»». Coincido con ella: la mayoría de las veces estas palabras generan un sentimiento peor.

Si bien la obra de Solar puede tildarse de melancólica no es más que su toque al crear; nada tiene en correspondencia con su sentido del humor ni su manera de ser. En persona ella esboza más sonrisas que lamentos. Más pasividad que tristeza. —Amo mucho el silencio. Si pudiera tumbarme en mi cama y mirar el techo todo el día, probablemente lo haría—, confiesa entre risas. Hay cierta camaradería en el ambiente cuando ella habla, cualquier tensión previa se disipa ante la informalidad de la plática. Esto devela la sencillez con la que se desenvuelve. Por eso no debería resultar raro que ella hable sobre lo-que-es-ser-feliz.

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Entonces la canción es un llamado a la aceptación propia, con todos los claroscuros que ello conlleve. Agradecer y aprender a agradecer lo que se tiene. Dar siempre lo mejor que se tiene y estar conscientes de que somos uno. Aceptación también para con las demás personas pues no podemos esperar que las personas cambien, por lo menos no a nuestro gusto. Aunque esto no esté dicho explícitamente en la canción, sí es algo a lo que Jazmín refiere con mucho énfasis. Por más que esto signifique algo distinto a lo ya hecho anteriormente, ella declara: «no sé si es el fin de una era».

Por último le comento que siempre la he visto sobre el escenario como una mujer y su piano contra el mundo. Ella ríe. —Nunca lo había visto así—, se sorprende. En un acto de sincerarse, confiesa que le gusta mucho la intimidad también para crear su música. —El piano tiene profundidad. Ese algo que es más sutil y dulce en la guitarra, pero en el piano es inexplicable—, quizá es por eso su instrumento favorito.

Sea como fuere, el tiempo una vez más pasó volando. No hubo silencios incómodos sino un déjà vu: habrá una próxima vez para hablar con Jazmín. Y será gran un gusto.

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