¡Interpol, nunca pares tu fino desastre!

“Ya chole” dirán varias voces. Suficiente de Interpol para el siglo; suficiente de lo mismo. No para mí. No para millones de fanáticos en el mundo (y en especial en México) que no nos cansamos de esa fuerza.  Paul Banks lo ha vuelto a hacer. Hay un dato que muchos de sus retractores pasan de largo. Este hombre estudió letras inglesas y ama a Henry Miller.  Es decir, es un poeta, un artista, que acerca el mundo de las letras con el de la música. No le pueden pedir a algunos corazones que dejen de latir.

El mismo Paul Banks lo dice en su primera canción de su nuevo EP, A fine Mess. «My life is pro creation». Su vida es creación y no puede parar.  En la siguiente rola, «No big deal», lo refuerza: “I would not play to be denied”. Es lo que es y punto. Al igual que Sam Fogarino y Daniel Kessler, renovados y excitados como si tuvieran 20. Ellos le secundan con ejecuciones llenas de vértigo, electricidad y dinamismo como en los primeros años de su carrera, cuando el mundo musical los aclamó por el diamante llamado Turn on the Bright Lights.

Eso se nota con fuerza en las cinco composiciones, todas ellas con nervio y peso propio, cada una capaz de alejarse de la etiqueta de «descarte». El EP es muy claro en ese sentido: éste no es un lado B, ni un epílogo de Marauder (2018). Es, por si solo, un gran material independiente producto de una temporada poética creativa. Un álbum que bien podría tocarse en un club con personas bailando, y que proviene de lugares distintos a la melancolía y la reflexión de su antecesor. Aquí, lo que importa es tomar la fiesta por los cuernos.

Las letras, mucho menos ambiguas de las que estamos acostumbrados, están llenas de una personalidad rockera, de un romanticismo tóxico; de una intensidad amorosa que evoca el Antics.  “You and me make a fine mess” dice el coro de la canción homónima y con esa línea, más clara que ambigua, se remarcan las intenciones del material. Regresar a las raíces pero sin tanta tristeza y tanta ambigüedad. Eso sí, con una fuerza de guitarra, bajo y batería que hacía mucho no se escuchaba en el trío neoyorquino.

Interpol demuestra que está más vivo que nunca. Y éste material los mantiene vigentes, clavados en una línea que rememora las raíces de ese post-punk lleno de potencia, energía y velocidad que los consolidó como una de las bandas mas influyentes de las últimas dos décadas. Por más que se presenten en cada festival de la Ciudad de México. Por más que muchos digan “ya chole Interpol”.

 

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