Nevermind vs establishment

Previo al inicio del resurgimiento barato del hipster, al desarrollo adolescente de los millennials, hubo una ruptura en el mundo, por unos momentos éste fue distinto, el riff inolvidable de una canción que utilizó el nombre de un desodorante para chavitas, le voló la cabeza a millones de personas, una canción que es el himno de esa generación, de ese movimiento del Hype! que nació en Seattle, una canción contra el establishment, que tenía la potencia casi del metal con una estructura armoniosa sin precedentes, se trata de “Smells Like Teen Spirit”, canción que hizo que Nirvana vendiera millones de copias de Nevermind, disco que hace 25 años le abrió la puerta a todas la bandas independientes y  la  dejó abierta para todos aquellos que se sumaron al grunge.

Este género se convirtió en soundtrack de vida para la gente poco conformista, los hijos de la generación X, que querían luchar contra los yuppies, contra las banderas corporativas, contra el sueño americano y su mediocridad.

El Nevermind ya auguraba tras esos matices existencialistas la falta de sentido y el poco futuro que vaticinaba la sociedad americana debajo de sus principios, de panorama desalentador, un panorama que orilla al individuo a trabajar sin aspiraciones creativas en un  McDonald’s o un cubículo godín. Empleos en los que se va toda la vida solo para comprar cosas que realmente no se quieren o necesitan pero la manipulación mediática los convierte en un deseo. Justo es ahí donde la figura de Kurt Cobain se erigió al no querer formar parte de esa corriente, él, un sujeto que escribió “Something In The Way”, tras haber vivido abajo de un puente por el que corría un pequeño riachuelo, que había intentado entrar en la escuela de escritura de Jack Kerouac, fundada por Allen Ginsberg, y fuera rechazado, lo único que ésto le dejó fue una amistad con uno de los escritores e incitadores más importantes de la generación beat, un ser incomprendido con quien Cobain tenía demasiadas semejanzas ese es William Burroughs.

Pero fue previo a eso que la figura de Cobain había alcanzado niveles estratosféricos y que por todo aquello que él luchaba se había tornado en su contra. Su estilo de vestir, de tocar, de componer había sido imitado por centenares bajo la bandera de somos grungeros, (en propias palabras de Kurt, Eddie Vedder y Pearl Jam fueron de ellos) Entonces toda ideología que él tenía de ir en contra de moldes y moditas banales, estaba estrellándose frente a su cara como un puñetazo, a tal grado que tiempo después prefirió volarse los sesos (inserte aquí sus teorías de la conspiración mientras todos miramos fijamente a Courtney Love).

En su dimensión y en sus aspiraciones jamás concibió la posibilidad de que su segundo álbum llegara a tales niveles, el Nevermind no solo es uno de los mejores discos de la historia, y en lo personal uno de los mejores de mi tiempo, sino que hizo posible que bandas como R.E.M, Sonic Youth, Melvins, Daniel Johnston, fueran más escuchadas. Además logró que cantidad de disqueras firmaran artistas por esa «moda» que llegó hasta los escaparates de miles de tiendas.

Nunca olvidaré el encuentro que tuve con ese disco hace 25 años cuando en la extinta tienda de discos Zorba de Perisur rebosaba la imagen de portada de un bebé en el agua, para posteriormente ser invadido por videos e imágenes en Mtv, revistas y demás medios que hicieron del grunge el movimiento alternativo más importante de los 90’s, sin embargo como todo lo bueno es para cierto público y a pesar de que los grupos tenían música genial, el sentido y la esencia era ir en contra de una sociedad posmoderna fundada en el consumismo masivo, de esclavitud laboral y sin sentido, eso es lo que el Nevermind representa, eso es lo que hace 25 años sucedió, y que hoy solo queda como un álbum de culto, para gente que sabe, porque hay gente sumamente pendeja que puede decir que Kurt Cobain o Nirvana están sobrevalorados, y solo ventilan su falta de conocimientos, ignorancia y estupidez, (seguramente son del grupo pro K).

Lo lamentable es que a 25 años de la salida de ese disco las cosas no han cambiado sino han ido a peor, por lo que no solo es importante celebrar este disco sino es urgente escucharlo y retomar la idiosincracia con la que fue creado y el mensaje primordial que conllevan esas 13 canciones.

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