En el corazón de la Ciudad de México, La Maraka se prepara para recibir a dos de las voces más queridas y profundas del ámbito latinoamericano: Edgar Oceransky y Amaury Gutiérrez, quienes unirán talento, sensibilidad y oficio en dos noches que prometen ser memorables, el viernes 17 y sábado 18 de octubre a las 21 horas. No será un simple concierto, sino un encuentro entre dos formas de entender la vida a través de la música, dos poetas de la melodía que, desde diferentes geografías, han sabido tocar las fibras más hondas del alma de su público.

La cita tendrá lugar en el mítico recinto de Calle Mitla 410, esquina con Avenida Eugenia, en la colonia Narvarte Poniente, un espacio que se ha convertido en punto de convergencia de artistas y generaciones. Allí, entre luces cálidas y una atmósfera íntima, los asistentes podrán vivir una experiencia donde la trova, el pop y la balada romántica se funden en un mismo lenguaje: el de la emoción.

Edgar Oceransky, trovador mexicano de corazón inquieto y compositor de innumerables historias urbanas, traerá consigo una selección de temas que se han vuelto clásicos en el repertorio de quienes aman la canción de autor. “Las cartas sobre la mesa”, “¿A qué le tienes miedo?”, “En otras manos”, “Un beso grande”, “Juro” y “Hacker” son parte de un repertorio que transita entre la ternura y la nostalgia, entre la introspección y la complicidad con un público que lo ha acompañado a lo largo de dos décadas.
Oceransky no solo ha forjado una carrera sólida en la escena musical mexicana, sino que ha construido un movimiento: es el fundador del TROVAFEST, el festival de cantautores más importante de Iberoamérica, que ha reunido a figuras de todo el continente en una celebración de la palabra y la canción. Su éxito “Juro” cuenta con millones de reproducciones en plataformas digitales y se ha convertido en un himno para quienes creen que la música puede ser un refugio y una confesión.

Por su parte, Amaury Gutiérrez, el cantautor cubano que conquistó el corazón de México desde su llegada a finales de los noventa, traerá su calidez caribeña y su voz inconfundible, esa que parece nacer del alma misma. Con una trayectoria que lo ha llevado de La Habana al mundo, Gutiérrez ha sabido mezclar la trova con el pop y con la esencia de la canción mexicana, creando un estilo que trasciende fronteras.
En su repertorio no faltarán piezas emblemáticas como “Yo sé que es mentira”, “Pedazos de mí”, “Nada es para siempre”, “Dime corazón”, “Se me escapa el alma” y “Regresa pronto”, canciones que hablan del amor con la sencillez de quien ha vivido sus luces y sus heridas. Desde el lanzamiento de su primer álbum en 1999 —un parteaguas en su carrera—, Amaury se ha consolidado como uno de los intérpretes más sensibles y respetados del continente.
El escenario de La Maraka será, durante dos noches consecutivas, un punto de encuentro entre dos generaciones de soñadores: los que crecieron con las guitarras de la trova cubana y los que encontraron en la nueva canción mexicana una voz propia. Será también un homenaje a la hermandad entre pueblos que, a través de la música, han construido puentes invisibles pero indestructibles. Porque en el fondo, tanto Oceransky como Gutiérrez comparten una misma misión: cantar para sanar, para recordar, para volver a creer.
El público podrá disfrutar de este encuentro íntimo, donde cada verso se convertirá en historia y cada acorde en un lazo compartido. La Maraka, con su acústica envolvente y su tradición como uno de los recintos más emblemáticos de la Ciudad de México, será el escenario perfecto para dejarse llevar por la magia de la palabra y la emoción de la melodía. Las entradas están disponibles en el sitio oficial del recinto (lamaraka.com.mx) y a través del portal de venta tickets.lamaraka.com.mx
El viernes 17 y sábado 18 de octubre, Edgar Oceransky y Amaury Gutiérrez unirán sus voces, sus guitarras y sus almas para recordarnos que la canción, cuando es honesta, no envejece. Que la trova, cuando se canta desde el corazón, sigue siendo un acto de resistencia contra el olvido. Y que, al final, el amor —ese viejo tema universal— sigue encontrando nuevas formas de decirse bajo las luces de un escenario, en el latido compartido de un público que aún cree en la belleza de escuchar y sentir.




