Por: Daniel Rosas
La banda de chicago nos da un nuevo aire fresco pero con la esencia con la que después de 31 años siguen rockeando.
Cuando una banda o artista trasciende a más de 10 años de carrera, es muy habitual ciertos conflictos, separaciones o incluso algún estancamiento musical; esto es algo que pareciera le pasa a todo el mundo, así como le pasó a The Beatles, Elvis, Guns And Roses y demás, pero son pocas las bandas que logran mantenerse y atreverse a seguir en el mundo del rock aun con nuevas bandas llegando y luchando por un lugar en la escena.
Smashing Pumpkins regresó con Shiny And Oh So Bright Vol. 1 / Lp: No Past. No Future. No Sun, una producción que sin duda, demuestra las ganas de Billy Corgan y compañía de retomar su lugar en la escena musical. Con tonalidades de un rock crudo pero intenso, con guitarras distorsionadas, pero coros y riff que cautivan y atrapan al escucha.
Aunque para muchos aficionados demostraron cierta inconformidad por el nuevo disco, es comprensible si eres un personaje que va siguiendo a detalle la banda desde los 90, pero no es inevitable tener un sentimiento de melancolía al escuchar Silvery Sometimes (Ghosts) y retomarse a canciones como 1979, pero también no se puede negar o dejar la oportunidad de agregarlos a la lista de reproducción después de escuchar Solara, la canción que toma el timón del barco y lleva a la banda a posicionarse como una de las pocas bandas que se arriesgan a producir y no vivir del pasado.
El arte del álbum toma un aspecto al arte de conceptual de los dibujos animados de ciudad Gótica, con una escultura de un hombre con alas de ángel y luces de reflectores (alusión al nombre) así como el arte visual se ha enfocado en un aspecto algo más gótico en el sentido de los colores y los aspectos representativos de la cultura goth.
