Good Thing: cartografías del corazón del soul

Cuando apareció Leon Bridges en los circuitos de los open mic de su natal  Fort Worth, Texas y debutó en 2015 con «Coming Home»,  fue irresistible para el hype mediático compararlo con la leyenda del soul Sam Cook, no porque Bridges fuera un imitador del estilo de Cook sino porque el músico logró revivir ese entusiasmo por el soul puro, aquél que durante décadas se escuchó en segundo plano, en ese limbo genérico de las mezclas y pistas pop.

Si bien su álbum debut –Coming Home-, fue un homenaje al soul tradicional, Good Thing podría considerarse como una continuación del trabajo que comenzó en 2015 pero con un level up, ya que si bien continúa con un sonido artesanal -ojo: entiéndase artesanal como un calificativo para describir un trabajo único, lleno de detalles y dedicación que el escucha agradece- las composiciones y la producción que realizó, logró darle un toque de atemporalidad al disco.

La exploración inicia con  «Bet Ain’t Worth the Hand» , una melodía que le da prioridad a los sonidos suaves de las cuerdas. Guitarras, arpas, violines y una campanilla delicada, abrazan simultáneamente con sus sonidos, mientras la voz de Bridges logra brillar tan fuerte y constante como una luz en la oscuridad.

De ahí nos traslada a los 70’s, el lado bailable del soul. Una guitarra súper funky mezclada con la improvisación jazzística logra que los pies y las caderas se muevan al compás del pasado mezclado con el futuro. El groove logra conectarse con la sensualidad y la pasión, dos sentimientos clave en la creación del soul y que Bridges sabe dosificar en cada canción.

El romanticismo en Good Thing se encuentra en su estado más puro e inocente, tanto que desgarra las fibras más sensibles sin empalagar. «Shy» y «Beyond» son las elegidas para expresar sentimientos a la vieja usanza, a través de remembranzas a historias de amor clásicas como La Cenicienta.

El futuro se asoma a través de «If It Feels Good (Then It Must Be)» y  «You Don’t Know», me atrevería a decir que son las canciones más poderosas del  disco y en los que se ve la gran influencia que tuvo Ricky Reed -quien ha trabajado con Ke$ha, Maroon 5 y DNCE– en el segundo trabajo de Bridges. 

Ya que en ambas canciones logra vislumbrarse el sonido contemporáneo del soul, uno que seduce con facilidad a oyentes tanto viejos como nuevos, como si el soul hubiera aguardado todos estos años en silencia para que, una vez llegado su momento, consagrarse como uno de los géneros capaces de llenar los huevos que el pop o el rock han dejado.

 

 

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